La Mesa Sectorial: ni agua para los artistas

Antes escribía estas cosas con entusiasmo, es decir, me alentaba la fe en el arte, o en que si los artistas nos uníamos, podríamos mejorar no sólo nuestra situación, sino la “calidad” misma de la creación visual en España, que está secularmente lastrada por pésimas políticas culturales, instituciones regidas por intereses espurios, escuelas desastrosas y, en definitiva, una cultura de la corrupción donde la amistad, el compadreo, el “y tú de quien eres”, valen más que el trabajo honesto y el criterio ecuánime. Ahora no, lo hago como por obligación, porque creo que debemos denunciar las situaciones que nos conducen no sólo a hacer un peor arte, sino a construir una peor sociedad,  y, en consecuencia, a ser peores personas. Y que debemos hacerlo cada uno en nuestro campo, en las distancias cortas, donde es más difícil pero más efectivo, porque hablar mal de Donald Trump o de los supermillonarios no arregla nada, aunque eso sí, nos sale gratis.

El motivo de este comunicado, tras tan prolongado silencio, es el documento que la autodenominada Mesa Sectorial del Arte Contemporáneo de Madrid (MSACM en adelante) ha publicado con motivo de su refundación, tras el frustrado intento de 2015, que ya comenté en su momento. Una de las cosas más curiosas de este documento es que es casi idéntico al anterior. Hay párrafos que han copiado sin modificación alguna (pueden consultar el primero aquí: https://drive.google.com/file/d/1GIrxIee-gyK_FDJ_CZfsMatN9ay4GGgc/view?usp=sharing o pedírmelo por email, mensaje, etc.). Es como si dijesen: —Bueno, aquel lo hicimos tan mal que tuvimos que desistir de seguir adelante con él, pero ahora que gobierna el PP igual con una blanqueadita conseguimos colarlo.—

El documento surge en un contexto similar al de aquellos momentos: una profunda crisis económica y la aparición en el horizonte de cuantiosos recursos públicos. En 2015 esta reaparición se debía a la reactivación de nuestra economía y al cambio político en Madrid; el gasto en cultura, tras largos años de sequía, volvería a incrementarse y había que estar atentos para pescar algo. El momento actual no hace falta explicarlo, el arte está en caída libre: los museos vacíos y en quiebra, la ferias canceladas, las administraciones públicas endeudadas hasta las cejas. Las cosas se van a poner muy mal para los que nos dedicamos a esto, pero… ¡Bienvenido Míster Marshall! Los fondos europeos, esos 140.000 millones que nos tienen más ansiosos que Gollum con el anillo, van a salpicar a nuestro pequeño mundo. Aunque sea una parte ínfima, sabemos que hay otras prioridades, para nosotros significará una diferencia. La reconstitución de la MSACM hay que entenderla como un primer posicionamiento para sacar tajada de este pastel. En principio esto no tiene porque estar mal. El arte madrileño, como el del resto de España, va a necesitar ayuda. Muchos artistas ya estaban antes en una situación muy delicada, que empeoró aún más con la crisis financiera. No sólo es la imposibilidad de continuar con nuestras carreras, de mantener estudios, de producir nuestra obra. Nos enfrentamos a una situación en que la supervivencia misma va a ser difícil. Estamos hablando de un tejido creativo en riesgo de pobreza. El problema es que los artistas, precisamente los artistas, se han quedado fuera de los grandiosos planes de la Mesa. Una vez más, como en 2015, a los creadores no nos dejan ni las migas.

No voy a analizar todo el documento, porque no acabaría nunca, pero explicaré por qué digo esto:

1º) La mesa se presenta a sí misma como representativa de TODO el mundo del arte de Madrid, cuando no lo es. Se trata de una afirmación falsa y lo saben. La inmensa mayoría de los artistas de Madrid no estamos representados por ninguna asociación. AVAM es una asociación minoritaria, todos sospechamos que apenas le quedan socios, y la verdadera estructura asociativa del tejido creativo, esto lo saben también, consiste en una miríada de pequeñas asociaciones culturales, cuyo objetivo no es gremial o corporativo, sino de gestión. Recordemos que la Plataforma para el Fondo de las Artes de Madrid la formaron cincuenta de estas asociaciones, y no estaban todas ni de cerca. Estas asociaciones, integradas casi exclusivamente por artistas, constituyen el verdadero tejido creativo de nuestra ciudad y comunidad autónoma, y cualquier intento de establecer un diálogo entre las administraciones públicas y los agentes artísticos debe dirigirse a ellas e implementar fórmulas de participación que vayan más allá de las apolilladas mesas sectoriales.

2º) Hay un capítulo titulado “Recursos económicos y financiación”, que señala como objetivo recuperar los presupuestos anteriores a 2009 (es que lo han copiado de la de 2015) y luchar de forma contundente contra la precariedad del sector. Para alcanzar estos objetivos propone dos acciones:

- Mantenimiento y mejora de los recursos dedicados a los museos y centros de arte contemporáneo.
- Reactivación de los consejos de cultura.

¿Vamos a luchar contra la precariedad, que se ceba sobre todo en los artistas, mejorando los presupuestos de los museos y centros de arte, donde con frecuencia ni siquiera nos pagan por exponer? Cuando leo esto, no puedo dejar de imaginarme ese globito con los pensamientos ocultos que sale en los dibujos animados: “Vamos a pedir más recursos para los museos, que es donde los curadores, gestores, críticos, académicos, incluso las galerías, podemos ganar dinero”. El segundo punto no tiene que ver con los Recursos que alude el título de la sección, sino con un reforzamiento del poder de estas mismas asociaciones. Hay que atar las cosas bien atadas.
 

3º) El capítulo 3 se titula “Educación y política cultural para las artes visuales”. No entiendo bien la combinación de términos, porque todo el documento trata sobre políticas culturales, pero bueno. Incluye cuatro objetivos, de los que vamos a comentar dos:

8, Desarrollar, en el marco de la política cultural, acciones específicas para la promoción y difusión de la producción artística contemporánea. Atención, no dice “acciones específicas para la producción artística”, sino sólo para su promoción y difusión. El dinero no es para quienes hacen el arte, sino para quienes lo gestionan. Las acciones previstas son coherentes con este principio, pero entran en el campo de lo delirante:

- Constitución de una red regional de centros de recursos para las artes visuales, centros de investigación, de producción y residencias artísticas. Y se ve el globito de los pensamientos: “…que dirigiremos nosotros”.
- Creación de un Portal de la Creación, “…que gestionaremos nosotros”.
- Desarrollo de programas específicos para la movilidad, “…que aprovecharemos nosotros”.

El objetivo 9 es Fomentar una información rigurosa y de calidad sobre arte contemporáneo en los medios de comunicación, y las acciones previstas, heredadas del documento de 2015, van un paso más allá.

- Creación en las televisiones y radios públicas de programas informativos, divulgativos y de debate, “…que dirigiremos nosotros y donde saldremos nosotros”. Es patético que junto a las ganas de salir en la tele, un deseo de por sí deplorable, exhiban su desconexión con el mundo actual, porque hoy la información fluye por Internet y las redes. Quizás son demasiado vagos o demasiado torpes para crear un canal de Youtube o mantener un blog, o quizás vean más fácil cobrar un buen dinero en un programa en la televisión pública, pero en cualquiera de los casos, este no es el camino.
- Fomento de las publicaciones especializadas sobre arte contemporáneo, “…que dirigiremos nosotros y donde escribiremos nosotros”. Podría ensañarme, pero lo vamos a dejar aquí.


 

Hay dos puntos que se han olvidado, y quizás sean los más importantes si queremos que haya creación artística en Madrid: el mantenimiento y mejora de las ayudas a la creación y la obligatoriedad del pago a los artistas en todas las exposiciones que cuenten con financiación pública, mediante un sistema de cálculo como los que se están implantando en otros países de nuestro entorno.

El tema de las ayudas a la creación (subvenciones y becas) nunca ha contado con el apoyo de estas asociaciones. Yo llevo luchando por ellas desde 2005, y puedo decir con orgullo que, junto con otras personas, contribuí de manera significativa a la creación de las de Matadero en aquella época, y a la reforma de las ayudas que se realizó durante el mandato de Carmena y que aún existen. ¿Por qué las asociaciones gremiales con presencia en Madrid (IAC, MAV, AVAM…) nunca han apoyado a los artistas para conseguir un sistema reglado y transparente para el acceso a recursos públicos? En todos los países de la Unión Europea existen desde hace décadas, son muy cuantiosas, aunque poco a poco vayan menguando, y nadie las cuestiona. En las negociaciones con el Ayuntamiento en el periodo 2015-2019 hice una pequeña investigación al respecto: https://drive.google.com/file/d/1NJL9Wl_5D3sDuFJ5f8oG2tKcWYRjHRfT/view?usp=sharing . Recomiendo leer este documento, porque pese a sus limitaciones resulta esclarecedor.

La cuestión es que en Madrid el acceso al dinero público ha dependido siempre de los contactos directos. Si conoces a un mandamás del Ayuntamiento o de la Comunidad, puedes llamarle, explicarle tu proyecto y conseguir un presupuesto. Este procedimiento es opaco, antidemocrático y abre la puerta a todas las formas de corrupción  y nepotismo imaginables. Pero eso no parece importarles. Las asociaciones de cierto peso político cuentan además con otro instrumento, la subvención nominativa, que te dan todos los años sin que tengas que aplicar ni competir con proyectos que quizás sean mucho mejores. Las asociaciones pequeñas, las que formamos los artistas para la gestión de nuestros proyectos, estamos en desventaja en este sistema, pero los artistas, los creadores, simplemente se quedan fuera.

Se genera así una situación en la que los artistas dependemos casi absolutamente de nuestra buena relación con los miembros de las juntas directivas de estas asociaciones, que son las que van a gestionar de manera vicaria los presupuestos públicos. Estas personas, que con frecuencia ocupan simultáneamente cargos en instituciones públicas, son profesores o profesoras de universidad, escriben en la prensa, forman parte de jurados y comités, asesoran, etc., refuerzan su poder y van generando redes clientelares a su alrededor. Paradójicamente, estas mismas personas, periódicamente, se echan las manos a la cabeza y exclaman —¿Qué ocurre con el arte español? ¿Por qué se ha visto reducido a la insignificancia? ¿Qué vamos a hacer?— Y la respuesta es siempre la misma: que nos den más dinero, pero a nosotros, no a los artistas.

En cuanto al pago a los artistas, que se menciona de paso y de forma un tanto ambigua al principio del documento, es hoy un movimiento internacional. Se debe a transformaciones profundas en el sistema del arte, porque el trabajo de un artista ya no consiste en producir y vender piezas, aunque puede hacerlo. Su participación en una exposición institucional es una provisión de servicios y el concepto de práctica artística va mucho más allá del objeto. En noviembre de 2018 hubo un simposio sobre el pago por exposición en Bruselas, con la participación de asociaciones de artistas de toda Europa menos de… España. Hay un resumen de las conclusiones, y antes tenían las ponencias en un solo volumen, pero ahora se presentan con links independientes en la primera dirección (simposio). Vale la pena revisar todos estos documentos. La organización European Artist’s Rights también incluye información valiosa sobre este tema, entre otros. En el Reino Unido y en los Estados Unidos hay asociaciones que están trabajando, desde hace años, en la elaboración de un sistema de cálculo para los honorarios por exposición (http://www.payingartists.org.uk y https://wageforwork.com/home#top).

Pero estas señoras y señores, que se dicen representantes de TODO el mundo del arte de Madrid, que invocan la precariedad y que alegremente piden que las administraciones locales les paguen programas de televisión que nadie va a ver, revistas que nadie va a comprar, centro de recursos o de investigación que los artistas ya hemos creado con nuestro esfuerzo, etc., no han tenido la decencia de dejar ni una sola migaja para los creadores. Creo que las personas decentes que hay en estas asociaciones, y las hay porque las conozco, deberían retractarse inmediatamente del documento fundacional y retirarse de la mesa. Y AVAM debería disolverse de una vez, porque su posición en todas las negociaciones que hemos tenido en los últimos años ha sido en contra de los intereses legítimos de los artistas. Casi sin socios, carente de recursos para alquilar una oficina, sólo sobrevive gracias al espacio gratuito que le cede el Ayuntamiento. En esta lógica de la supervivencia, su fidelidad se inclina hacia quienes les dan de comer, no hacia los artistas. Al final, parece que sólo sirve para que el presidente de turno haga contactos y saque algún provecho. Muy triste que el sueño iniciado con AMAVI hace casi 25 años haya acabado así, pero lo cierto es que AVAM no puede contribuir a solucionar las cuestiones que nos preocupan, porque se ha convertido en un problema más para los artistas de Madrid. Un obstáculo en cualquier negociación para conseguir las mejoras que todos necesitamos.

Y sepan una cosa: puede no haber museos y haber arte; puede no haber políticas culturales y haber arte; puede no haber facultades de Bellas Artes y haber arte; puede no haber crítica ni ediciones especializadas y haber arte; puede no haber galerías ni ferias y haber arte; puede no haber mesas sectoriales ni asociaciones y haber arte. Lo que no puede ser es que no haya artistas y haya arte. Sin los artistas, no existe el arte. Y esta debe ser la premisa básica de las políticas culturales del Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid.

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