-Carl André, 1980
Hay un lugar común en las declaraciones de los políticos españoles: que el arte - la cultura en general - no puede mantenerse con subvenciones. Lo dicen todos. Ibán García del Blanco (El Confidencial, 04/11/2014 [2]), delegado nacional de cultura del PSOE; Jorge Lago y Germán Cano (El Confidencial, 11/11/2014 [3]), de la comisión de cultura de Podemos, y por supuesto las más preclaras mentes de la derecha. Se ha transmitido a la “ciudadanía” la imagen de que la creación artística consume una ingente cantidad de recursos públicos, a costa, supondremos, de la sanidad, la educación la ayuda a la dependencia o el programa espacial, y sin ofrecer a cambio contrapartida alguna. Los artistas, los intelectuales, vivimos estupendamente a costa del sudor de nuestros vecinos. Esto no es sólo mentira, es uno de los más tristes legados de la dictadura franquista y de cinco siglos de Inquisición y fanatismo. La desconfianza hacia la cultura [4], cuando no un odio abierto, está firmemente arraigada en la sociedad española. Había escrito una carta abierta a Ibán García del Blanco para entrar en este tema desde una anécdota concreta: la entrevista del Confidencial antes citada. Pero creo que ésta es una cuestión que requiere un análisis mucho más detallado.
Para empezar, voy a explicar cómo ve alguien como yo la participación de las administraciones públicas en la cultura. Llevo casi veinticinco años en uno de los sectores más duros del medio: la escena alternativa del arte contemporáneo (que haberla, hayla). Nunca he ocupado un cargo público, sí he recibido subvenciones y premios, además bastantes e incluso internacionales, tengo una gran trayectoria; en un par de ocasiones he trabajado bajo contrato con entidades públicas, pero jamás he ganado con mi trabajo lo suficiente para presumir de ser un mileurista. Para financiar mis proyectos he alquilado habitaciones en mi piso, he freelanceado a costa de no dormir, he montado bares clandestinos en el Ojo Atómico y el Antimuseo, he organizado mercadillos o he recurrido a instituciones extranjeras, que casi siempre se han mostrado más abiertas e interesadas que las madrileñas.
Quizás haya subvenciones para productores de cine y de teatro, para editores, para casas discográficas, para organizadores de conciertos. Desde luego las hay para las galerías de arte, para asistir a ferias en el extranjero, por cierto sin necesidad de que lleven a artistas españoles. Pero que alguien me diga qué subvenciones hay para los artistas visuales, para los compositores de música experimental, para los escritores… Las subvenciones en España son para los empresarios, no para los creadores. Las administraciones públicas nunca han apoyado la creación directamente, sino a los empresarios que la explotan, en el buen y en el mal sentido de la palabra. Por tanto no es la cultura la que recibe las subvenciones, sino los negocios que la rodean, desde los intermediarios comerciales a los transportistas.
Además podríamos decir, parafraseando a Ibán, que “La actividad política no se puede sostener exclusivamente vía subvención.” Porque los partidos políticos sí que reciben dinero de subvenciones. O la banca, o la industria del automóvil, o la de la moda, o la farmacéutica, o la agricultura, o las eléctricas, o la minería… No hay un solo sector de la economía española, incluidas las confesiones religiosas, que no reciba recursos públicos. Salvo la creación artística en todas sus ramas.
En el caso de la cultura la mayoría de las competencias están transferidas a las comunidades autónomas y para comprobar la exuberancia de esas subvenciones que recibimos los artistas propongo un sencillo experimento: vaya usted a la calle Alcalá 31 de Madrid, diga que es un artista visual que quiere hacer un proyecto y pregunte cuáles son los canales administrativos para solicitar una ayuda de la Comunidad Autónoma. ¿La respuesta? Ninguno. Los madrileños no disponemos de ningún canal para acceder a nuestros propios recursos. No los hubo con Leguina, no los hubo con Gallardón, ni con Esperanza Aguirre, ni menos aún en la interinidad que padecemos ahora. Nunca la Comunidad de Madrid ha subvencionado ni apoyado la creación artística. Sólo convoca un premio que debe estar por los dos mil o tres mil euros, con unos diez premiados al año. Pese a ser un premio exigen justificación de los gastos y está prohibido incluir honorarios por tu propio trabajo.
Sin embargo su logotipo aparece en innúmeros eventos culturales. ¿Cómo es esto posible, si en la misma puerta de la ex-consejería de cultura nos han dicho que no hay ningún procedimiento para pedir recursos? Pues es gracias a una ley de contratación llena de agujeros, que permite el fraccionamiento de los contratos para eludir el control, que obliga a convocar concursos públicos pero no evita que nazcan amañados, y sobre todo porque el procedimiento administrativo favorito es el que se llama AMIGUETE. Este marco legal asombroso, y no unas subvenciones imaginarias, es el que ha facilitado la aparición de grandes redes de corrupción, las verdaderas mamandurrias.
Y esto nos lleva a la otra cuestión: ¿de qué hablamos cuando decimos subvenciones? Para la mayoría de las personas hay una subvención siempre que una administración pública da dinero a la sociedad civil. Pero ésta es una idea errónea. En el mundo de la cultura lo más corriente es que el político substituya al ciudadano y tome la iniciativa. Es decir, los proyectos que hacen las consejerías, direcciones generales, concejalías, etc. son muchas veces “geniales ideas” que se les ocurren a los respectivos titulares de los cargos. Una vez que han tenido la “idea”, ellos mismos se aprueban su presupuesto, contratan a quien les apetece — aquí se confunde clientelismo con subvención — y se vigilan a sí mismos para que todo transcurra a la perfección. Esto no es una subvención, es un disparate.
Otra es la contratación. Un ciudadano, a título personal o como representante de una empresa o asociación, tiene un proyecto y la suerte de conocer a los que mandan. Entonces llama al director general correspondiente y agenda una cita para explicárselo — no hace falta que sea algo muy formal, podemos vernos en el Cock —. A partir de cierta cantidad es obligatorio convocar un concurso público. Entonces se puede fraccionar el proyecto en varios contratos [5]. Por ejemplo, si es una exposición se hace un contrato por la organización, otro por la edición del catálogo, otro en concepto de difusión y relaciones públicas… Pero si es mucho dinero se convoca el concurso público con unas bases a medida del amigo. La creación de ese oxímoron de las “Sociedades Públicas” ha simplificado las cosas, porque en ellas no aplican las leyes que regulan la contratación de servicios por parte de las administraciones públicas. Como dicen nuestros políticos, son más eficaces, pero ya sabemos para qué.
Luego están las subvenciones nominativas, sobre las que reconozco que no sé mucho. Es como un convenio con una entidad privada, imagino que principalmente asociaciones y fundaciones sin ánimo de lucro, que reciben una cantidad anual como apoyo a su trabajo. Y por fin las subvenciones propiamente dichas. Aquí es cuando el sans-coulotte, el pelao, el pendejo, el loser de las artes, puede por fin arañar unas migajas del banquete de la cultura. Hay una convocatoria pública, hay unas normas relativamente claras, unas reglas del juego iguales para todos, al menos en teoría, y un jurado que decidirá a quién se apoya. Además hay un reglamento para la justificación de los gastos. El Ministerio de Cultura tenía antes las de Promoción del Arte Español, que te podías sacar hasta mil o dos mil euros, una barbaridad de dinero, pero con la obligación de aportar la mitad de los recursos y con la limitación expresa de no cobrar honorarios por tu trabajo. Pero en los últimos años estas ayudas se han dado exclusivamente a las galerías de arte para asistir a ferias internacionales [6]. Y como he comentado al principio, ni siquiera se controla que llevan a artistas españoles y soy testigo de este hecho: empresarios corruptos consiguen esta subvención para vender obra de reconocidos artistas norteamericanos, británicos… y ni un español. También estaban las de Acción y Cooperación Cultural, creo que así se llamaban, para asociaciones culturales, pero ahora están destinadas a becas de estudio.
No hace falta decir que la ley de subvenciones es un desastre perfecto. Pero la culpa es de los políticos que hacen las leyes, no de los artistas que las padecen. Si en España no ha habido nunca un sistema de apoyo a la creación no ha sido por falta de dinero, sino por la ignorancia, venalidad y falta de visión de nuestros dirigentes.
El Ojo Atómico y Liquidación Total, dos espacios alternativos que funcionaron en Madrid en la pasada década, conseguimos impulsar unas ayudas que primero se llamaron Programa no se qué de Intermediae y luego Ayudas a la Creación Contemporánea de Matadero. No se han convocado desde 2012 y no sé si reaparecerán para las elecciones de mayo. Pero aquellos tampoco fueron tiempos fáciles, aunque era antes de la crisis. Con la Comunidad de Madrid tuvimos choques bastante fuertes y al final no conseguimos nada. Era consejero Santiago Fisas y Director General de Museos etc. Álvaro Ballarín, el mismo que luego contrató a miss Barcelona 2007 de asesora de cultura en la Junta de Moncloa [7], como comenté la semana pasada. Con el Ayuntamiento conseguimos las ayudas, pero siempre fueron insuficientes. Toda esta historia está recogida en los textos del Antimuseo [8]. Ahora el Ayuntamiento tiene un programa que se llama El Ranchito. Creo que son “residencias” en el Matadero, donde te ofrecen unos espacios para trabajar tabicados con plásticos, me imagino de de ahí el nombre: ranchito, chabola, poblado, villa miseria, pueblo joven… y unos dos mil o tres mil euros de presupuesto.
En fin, que los artistas nos sostenemos exclusivamente vía subvenciones: 2.000 o 3.000 euracos que nos podemos sacar algún año que se nos dé bien. Vivimos como reyes sin trabajar, porque no está claro que la creación sea un trabajo, y merecemos el epíteto de las mamandurrias que acuñó Esperanza Aguirre, que en román paladino significa que quien no sepa robar no merece recibir. Profunda sabiduría del pueblo español que nos recuerda las dos caras contrapuestas de su alma: la picaresca y el esperpento.
Esto en cuanto a lo que realmente hay y ha habido, porque las carencias no pueden atribuirse a la crisis económica: son la estructura misma del arte español. Un sistema clientelar y opaco donde unos pocos reciben mucho y la mayoría nada o casi nada. El desprecio al arte es lo que se esconde tras esta realidad tan devastadora, porque las instituciones, fiel reflejo del país, consideran irrelevante la aportación de la cultura a la construcción de la sociedad. Inmersos en una ignorancia satisfecha, los políticos siguen pensado que tener un “gran arte” es que aparezca un genio al siglo, aunque lo haga en Francia, no que la comunidad en su conjunto pueda, podamos generar los imaginarios críticos que necesitamos para lidiar con el desierto de lo real.
Sigue la semana que viene…
[1] The capitalist’s power to move a factory away form a region because of militant union activity is exactly the same as the capitalist’s power to withdraw support from a museum when he or she disapproves of the art shown there… Alternative spaces which depend on elites for their support are not really alternative to anything and are not even reformist.
Citado en Alternative Art New York, pág. 161
[2] “La actividad cultural no se puede sostener exclusivamente vía subvención.” http://bit.ly/1z2XtHw
[3] Noticia - Queremos acabar con la ‘hipsterización’ de la cultura - Cultura http://bit.ly/1AsRf6E
[4] Recordemos la cita de Marcelo Expósito de la semana pasada: “quienes arriman el hombro construyendo política desde los movimientos desprecian el arte y se cachondean de los artistas”
http://esferapublica.org/nfblog/arte-y-politica-en-el-melancolico-callejon-de-las-aporias/
[5] Éste es un buen ejemplo: http://ccaa.elpais.com/ccaa/2014/10/13/madrid/1413234857_799498.html
[6] Creo que en la última convocatoria se han vuelto a admitir proyectos de artistas.
[7] http://masdeporte.as.com/masdeporte/2014/12/23/portada/1419352779_606614.html
[8] http://www.antimuseo.org/textos/comunicados/comunicados.html
En el capítulo titulado blog 2012 hay otros textos que continúan en esta línea.
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