AUTO-ORGANIZACIÓN DE ARTISTAS

He redactado este texto a partir de las notas que usé para mi charla en La Quinta del Sordo el pasado 12 de noviembre, en el marco de Tándem, un curso para la profesionalización de artistas y gestores, lo que sea que esto signifique. Lo que quiero decir es que la charla iba dirigida a jóvenes con formación universitaria, es decir, que casi no saben casi nada de arte. Incluyo datos y referencias que no pude detallar en aquel momento, por limitaciones de tiempo, pero he preferido no ampliar la presentación. Creo que el enfoque didáctico y la estructura y dimensiones que le di para aquel momento están bien, y que ya habrá ocasión para desarrollar los temas que apunto.

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(Saludos, agradecimientos…)

Yo voy a hablaros sobre la auto-organización de los artistas. Sobre la auto-gestión, como reza el título de la mesa, o, yo prefiero esta expresión, la auto-institución.

Pero antes de entrar en materia creo que es conveniente indicar que este tipo de prácticas son consustanciales a la Modernidad, a una Modernidad entendida en sentido amplio. Como dato, la primera exposición, porque hubo una “primera exposición” en la historia, en 1665, fue organizada por artistas. Por supuesto no fue algo con un carácter alternativo en el sentido que le daríamos hoy. Fueron los mismos artistas que unos años antes habían creado la Real Academia de Bellas Artes de Francia quienes pidieron permiso al rey para organizar una muestra en el Louvre. Pero la intención sí era crear una alternativa, y, como pasaría siglos después, liberarse de un sistema que estaba impidiendo en desarrollo de las artes visuales: el Gremio de Vidrieros, Pintores, Escultores y Doradores, que desde el siglo XIII controlaba la producción y distribución del arte.

La historia de los Salones tiene un largo recorrido, como todos sabrán, pero vamos a dar un salto de 300 años para llegar a 1965: entre finales de los 60 y principios de los 70 del pasado siglo hubo una explosión de espacios fundados y gestionados por artistas. La escena más conocida es la de Nueva York, pero el fenómeno se da simultáneamente en todo el mundo occidental. Por citar algunos: en Nueva York el Museo del Barrio y 112 Greene Street en 1969, el Institute for Art and Urban Resources Inc., del que luego surge el  PS1, y The Kitchen en 1971, Franklin Furnace en 1976; en Los Ángeles el Woman’s Building en 1973; en San Francisco el Museum of Conceptual Art en 1970 y la Mamelle en 1975; en Buffalo Hallwalls en 1974. Cruzando el Atlántico, en Londres SPACE en 1968 y ACME en 1972; en Berlín la NGbK en 1969; en Toronto Art Metropole en 1974; en Florencia Zona en 1974, y un largo etcétera.

¿Por qué? ¿Por qué en pocos años se produce un movimiento de estas dimensiones dentro del mundo del arte? Sin duda un fenómeno de tal amplitud se debe siempre a la coincidencia de varias causas que lo impulsan y posibilitan. Pero vamos a centrarnos en una que es esencial y que es la que sigue vigente al día de hoy: a partir de los años 50 se produce una fuerte institucionalización del arte.

Si hacemos caso de Peter Bürger, “con los movimientos históricos de la vanguardia, el subsistema social que es el arte entra en una etapa de auto-crítica. (…) El concepto de ‘arte como institución’ como lo empleo aquí, refiere al aparato productivo y distributivo, así como a las ideas sobre el arte que prevalecen en una época determinada y que determinan la recepción de la obra.”

En los mismos años en que Bürger escribe su Teoría de la Vanguardia, el crítico peruano-mexicano Juan Acha desarrolla un análisis marxista del arte enfocado al sistema de producción, distribución y consumo. Los títulos de sus libros incluyen precisamente expresiones como ‘La producción del arte’, 'El arte y su distribución’ o ‘El consumo del arte’.

Tras la Segunda Guerra Mundial esta institución, en el sentido abstracto del término, desarrolla una institucionalidad, entendida ésta como el aparato comercial y administrativo del arte: museos, galerías, ferias, bienales, fundaciones, facultades y escuelas, editoriales especializadas, revistas…

Entonces, por un lado tenemos que eso que llamamos intuitivamente mundo del arte ha tomado conciencia de ser una institución, y por otro que alrededor de los artistas han aparecido otros muchos actores que toman parte en los procesos de producción, distribución y consumo del arte.

Hay dos consecuencias inmediatas del nuevo estado de cosas:

La primera, que se hace evidente que la creación es proceso social, donde el significado se construye colectivamente, con la participación de todos esos actores. Esto es lo que nos explica el urinario de Duchamp, que en un determinado marco institucional y dentro de un discurso específico sobre el arte adquiere el valor  de obra. Pero fuera de ellos no deja de ser un urinario. Dicho de una manera más atractiva, en palabras del situacionista Asger Jorn, “El valor no emerge de la obra de arte, sino que se libera desde dentro del espectador.”

En segundo lugar, se ha producido una división del trabajo creativo, en la que el artista deja de ser el centro. Una nueva figura, el curador, va a competir con él por el papel protagonista. En los años 60 y 70 encontramos numerosas declaraciones al respecto por parte de los artistas. En ellas se expresa la preocupación por el nuevo orden, donde los que antes parecían trabajar al servicio de los artistas, ahora ocupan la posición de sus jefes. Mel Radsem, Hans Haacke o Daniel Buren, quien en 1969 mantiene una polémica sobre el tema con Harald Szemann, son buenos ejemplos.

En respuesta, las nuevas generaciones deciden abrir sus propios espacios de exhibición e intercambio de ideas. Por una parte porque el sistema, ya completamente institucionalizado, se ha vuelto resistente a las innovaciones. Ha cristalizado en determinadas prácticas y carece de flexibilidad para asumir otras. Por otra, porque han comprendido que no basta con producir la obra, que el significado depende de la forma en que ésta se socializa. En los años 70 hay además una fuerte implicación política, pero no tanto como transmiten algunos autores. El objetivo principal de casi todos los proyectos es crear espacios de libertad creativa, como podemos comprobar si revisamos declaraciones de intención de la época o entrevistas posteriores.

En los 90 hay una nueva oleada de espacios alternativos. No es que no siguiese habiéndolos en los 80, pero la vuelta a la pintura y la fuerte reacción en los círculos de poder de la cultura tienen un efecto reductor, y los que sobreviven quedan relegados a circuitos menos visibles. En España, en Madrid, para ser más precisos, la de los 90 es la primera generación propiamente dicha de espacios y proyectos alternativos.

El contexto era muy diferente. Quizás lo más relevante es que hay una desaparición de lo político. Si los 70 fueron muy politizados, en los 90 la política no está casi presente. El proyecto histórico de la izquierda está agotado. No es algo que yo considere mejor o peor. El matrimonio entre arte y política no siempre es fértil, ni siquiera propenso al orgasmo, al menos en los términos en que se ha entendido hasta ahora. Sólo señalo la diferencia porque de nuevo vivimos tiempos en los que la política se ha estetizado y se infiltra en los terrenos del arte.

En el caso de Madrid, resaltaría además dos rasgos:

 1.   El nacimiento de la institución arte como tal. Pero lo peculiar es que la institucionalidad del arte no surge de las prácticas de sus distintos agentes, sino de decisiones del gobierno. No es un movimiento de abajo a arriba, sino de arriba a abajo. En 1982 Felipe González impulsa la creación de ARCO, y en el 88 del Reina Sofía. Son dos instituciones monstruosas, que hegemonizan por completo las artes visuales de nuestra ciudad, pero que no tienen interés en lo que está pasando en ella. Los artistas que empezamos a trabajar en Madrid a final de los 80 y principios de los 90 no disponíamos de espacios donde exponer. Tuvimos que inventarlos.

 2.    La necesidad de una renovación de los lenguajes, atascados en los soportes más tradicionales. El performance y el conceptual, todo lo relacionado con la desmaterialización de la obra de arte, no habían tenido en España la visibilidad o el protagonismo que en otros países. Para colmo, las políticas culturales del PSOE en los 80 provocan un corte histórico entre las generaciones de los 60 y 70 y nosotros. En consecuencia nos lanzamos a experimentar con nuevos lenguajes, porque era algo que no existía.

Pero en ambas generaciones, 70 y 90, hay un elemento político más profundo y de gran importancia: mientras que la vanguardia, y sobre todo la teoría que se ha producido a partir de ella en el mundo académico, parte de una matriz ideológica marxista y se presenta como una avanzadilla para la toma del poder, para la demolición del sistema existente, es decir, son propuestas de corte revolucionario, los espacios alternativos no se plantean el antagonismo en estos términos, sino orientada a la creación de diferentes posiciones de diálogo con el sistema. Sistema que es rechazado, pero sin intención de tomar el poder para ejercerlo desde premisas ideológicas diferentes. Alternativas es siempre plural y responde a una ética anarquista antes que a una doctrina marxista. Alternativas es una práctica, de la que no es necesario que emane un discurso. Vanguardia es un discurso que preconfigura la práctica artística. Es un pensamiento estratégico, que señala los objetivos y el camino para llegar a ellos. Éste es el conflicto que vivimos ahora en Madrid entre un arte político que excluye todo aquello que no ha sido previsto en el texto, y la realidad de la creación, que es heterogénea, diversa, con frecuencia contradictoria, y, como ya he dicho, eminentemente práctica. La auto-institución tendría una raíz táctica, de cómo resolver problemas concretos, antes que estratégica.

A partir del 2000 ocurre un fenómeno que aún no se ha estudiado a fondo, y aquí les doy un pequeño adelanto de mis investigaciones: las instituciones culturales se dan cuenta de que no tienen contenidos. Mientras que los artistas hace casi 50 años que hemos superado la exposición como principal “dispositivo”, hemos dado prioridad al proceso frente a la obra acabada, hemos aprendido a crear públicos específicos (frente a público universal del museo), a ocupar lugares concretos en la sociedad y en la geografía de la ciudad, la institución cultural, el museo, está atascado en prácticas obsoletas y relaciones jerarquizadas. ¿Y qué ocurre? Que mientras que los artistas vivimos a salto de mata, los curadores y demás funcionarios de la cultura tienen que justificar un sueldo. Y se inventan esto: New Institutionalism.

Hay una cooptación o una apropiación del conocimiento producido desde aquellas posiciones de disenso, de alteridad, de antagonismo no revolucionario, para rellenar de contenido el moribundo aparato administrativo de la cultura. Apelan a los movimientos sociales (antiglobalización), y por último a un arte político que pueda tener lugar dentro de los muros de un museo. La institución entra así en un momento de máxima contradicción. Quiere ser alternativa a sí misma, pero no puede renunciar a su poder.

Debo insertar aquí una precisión importante: los proyectos alternativos son contingentes, y son conscientes de su propia contingencia. Responden a un contexto y tienen un plazo de vida. No aspiran a la permanencia. Las instituciones tienen en su ADN el instinto más básico de cualquier forma de poder: perpetuarse.

Quizás por eso las instituciones no pueden convivir con la crítica ni con el conflicto. La función de las instituciones culturales es en realidad desactivar el disenso. Invisibilizar la heterodoxia. Yo llevo más de 10 años provocando a la institución. Provocando en términos concretos, no desde la retórica del Fin del Capitalismo. Es parte de mi práctica artística, además de ser un ejercicio de responsabilidad política, y como muchos de ustedes saben el resultado es que ocupo un puesto de honor en todas las listas negras. La crítica no genera una respuesta de diálogo, sino de exclusión, que se extiende de manera perversa, inducida por las mismas instituciones, al terreno de las relaciones sociales y la afectividad. No se preocupen, porque a mí da exactamente igual.

Uno de los grandes éxitos, por así llamarlo, de toda la corriente del New Institutionalism ha sido apropiarse del antagonismo desde la hegemonía. El mejor ejemplo es el Reina, pero también las instituciones que creó Gallardón en Madrid, como Intermediae o Medialab. No se pueden criticar y actúan con superioridad moral, porque ellos protagonizan el antagonismo. Pero paradójicamente también son las instituciones a través de las cuales se escenifica el poder y se implementa la gubernamentabilidad, término foucaultiano, y tienen la capacidad no sólo simbólica, sino económica, política e incluso policial para sofocar la crítica.

Como he dicho antes, estamos en el momento de la máxima contradicción institucional: el antagonismo desde la hegemonía. Por eso no es extraño que un gobierno de derechas mantenga en la dirección del Reina a Borja Villel, que hace política de izquierdas desde su cargo, o que las instituciones creadas por Gallardón hayan continuado sin cambios substanciales, ni siquiera en sus organigramas, bajo un gobierno municipal de signo contrario.

Éste es el momento que vivís los que ahora estáis ensayando formas de organización autónoma, o, como he dicho al principio, de auto-institución. En el lenguaje pedorro al uso, procesos auto-instituyentes. Ésta es una parte del esquema que tenéis que dibujar en vuestras cabezas para saber por dónde camináis. No vayáis a pisar justo en la tablita rota del puente.

Yo no sé qué es lo que tenéis que hacer. No hay una fórmula. Tampoco es algo que podamos hacer de manera racional. En los 90 muchos artistas tomamos decisiones que no eran fáciles, y sobre todo no eran razonables. Nos adentramos en territorio desconocido, empezamos a hacer cosas que no sabíamos hacer, que nadie sabía hacer. Que ni siquiera nadie sabía que se podían hacer. Y las hicimos. Yo ahora estoy escribiendo un libro sobre este periodo y me doy cuenta de que fue una época apasionante y que lo que hicimos, como generación, como colectividad, como inteligencia colectiva en un momento histórico determinado de Madrid, fue increíble. Pero por supuesto no lo vivimos así. El camino siempre es duro.

Pero sí me gustaría insistir en algo que hace unos meses comenté aquí mismo de pasada, en otra sesión de Tandem. Es algo que oí en Youtube al director del Medialab del MIT (éste es un Medialab donde se desarrolla tecnología, no es un centro cultural). Los proyectos que ellos aprueban tienen que cumplir ciertos requisitos.

El primero, que sea original. Pero no original en el sentido que se usaba antes en el arte, el gesto provocador, la ruptura formal… sino en el sentido estricto: que nadie más lo esté haciendo. No hagáis algo que ya están haciendo otros, para tal caso colaborad con esas personas. Por ejemplo, en un plano práctico, si yo quisiera empezar un proyecto que requiere invitar a artistas extranjeros, no montaría un programa de residencias, vería la forma de colaborar con Intercambiador y me concentraría en una actividad más específica que ellos no estén cubriendo. O en general, si hay mil sitios haciendo exposiciones, no hagáis exposiciones, no situéis la exposición en el centro de vuestra actividad. O incluso si lo hacéis, buscad en elemento especial, que no sea lo mismo que en las galerías. Yo en el Ojo Atómico, en los 90, hacía exposiciones de una sola pieza. En el segundo Ojo Atómico, en 2003, organizamos algunas exposiciones “curadas”, pero enseguida comprendimos que había que explorar otras formas de trabajar e hicimos proyectos como ¿Cómo te imaginas tu plaza? O el Museo de la Defensa de Madrid o Bellas Durmientes, de los que éramos “autores”; CODE:RED, con Tadej Pogacar y la asociación de prostitutas de Madrid. O finalmente el CPAC. Yo además preparaba en público paellas “profanadas”, con ingredientes de otras culturas.

Segundo, haced algo que os involucre personalmente. No nos llenemos la boca con grandes palabras. Busquemos y reconozcamos cuestiones que nos afectan para bien o para mal, que nos atormentan o que nos fascinan. Porque si el móvil de nuestra acción está en el corazón, y no sólo en la cabeza, tendremos la energía para superar todos los obstáculos. Si no, es fácil ir cambiando de foco, porque lo que estamos haciendo es consumir problemáticas. Hay que entender por qué determinados asuntos son importantes para nosotros, cuál es el elemento que convierte el interés, un honesto y legítimo interés, en una imperiosa necesidad.

Tercero, que lo que hagamos genere comunidad. Que tenga la capacidad de activar un circuito de intercambio intelectual y emocional. Eso es lo que debemos entender por “crear públicos”. No se trata de llegar a mucha gente, ni de engancharnos a una comunidad marcada con el asterisco de una vulnerabilidad, sino de crear un espacio de circulación de conocimientos y de relación entre personas. Y si es sólo con otra persona, con esa, si son 10, son 10, y si son mil, pues con los mil. Podéis entender esta idea a través del concepto de contra-públicos que acuñó la socióloga Nancy Fraser en los 90: arenas discursivas paralelas donde los miembros de grupos sociales subordinados inventan y circulan contra-discursos para formular interpretaciones oposicionales de sus identidades, intereses y necesidades.

Y yo voy a añadir otra: que todo lo que hagáis entre de alguna forma, brutal o sutil, en conflicto con el sistema del arte y sus instituciones. Que lo cuestione, que detone debates inesperados.

Pero si queréis que os diga la verdad, hay una frase que podría resumir todos los principios y teorías que han dirigido mi trabajo durante estos 25 años:

No hagáis nunca nada que esté bien.

SOBRE EL PROGRAMA DE AYUDAS A LAS ARTES VISUALES DE LA COMUNIDAD DE MADRID

Decía Hal Foster en El Retorno de lo Real que "...mientras la izquierda hablaba de la importancia de la cultura, la derecha la practicaba." En Madrid, ahora que tenemos ambas opciones políticas en los gobiernos locales, podemos comprobar que la fina ironía de Foster es, hasta cierto punto, válida. Pero sólo hasta cierto punto.

La izquierda (Ahora Madrid) ha perdido un año precioso para liderar las energías creativas de una sociedad que tiene muchas ganas de hacer y que ha estado reprimida durante los largos gobiernos municipales de José María Álvarez de Manzano (1991-2003), Alberto Ruiz-Gallardón (2003-2011) y la fugaz pero no menos destroyer Ana Botella (2011-2015). En la Comunidad de Madrid el nuevo equipo de cultura de la derecha, heredero de las políticas desarrolladas durante los mandatos de Alberto Ruiz-Gallardón (1995-2003), Esperanza Aguirre (2003-2012) e Ignacio González (2012-2015), ya tenía preparado su programa al asumir el cargo, como nos explicaron en el Encuentro de Organizaciones de Artistas1 de septiembre de 2015. Es decir, en la Comunidad de Madrid llegaron y empezaron a actuar, mientras en el Ayuntamiento los responsables empezaron a pensar y discutir la orientación de sus políticas culturales, y la verdad es que al principio no hicieron mucho, aparte de una serie de gestos mediáticos poco afortunados.

Hasta aquí la ironía de Foster parece cumplirse. Pero si deshojamos una capa más de la lacrimógena cebolla que es la cultura de Madrid, los términos se pueden invertir. El problema de la “efectividad” del equipo de la Comunidad es que no han dedicado ni un segundo a pensar qué hacen, dónde están y a quién se dirigen. Han podido actuar tan rápido porque siguen aplicando modelos de gestión que se establecieron décadas atrás, cuando Joaquín Ruiz-Giménez era Ministro de Educación Nacional a principios de los años 50. Pero ya han pasado casi 70 años desde que aquel personaje proclamase que “Únicamente ayudando a los artistas a ser auténticos, apartándolos de cuantas insinuaciones extrañas puedan desviarlos de su propio ser, puede concebirse una verdadera política artística2,” y los tiempos actuales exigen abordar las políticas culturales desde una perspectiva no sólo más democrática, sino mucho más compleja.

Tanto el Ayuntamiento como la Comunidad han incluido un programa de apoyo a la creación en sus respectivos proyectos. El del Ayuntamiento aún está en camino, al cabo de un itinerario en cual distintos agentes de la sociedad civil hemos reclamado un diálogo abierto y horizontal, como es el caso de la Plataforma por el Fondo para las Artes de Madrid. Y lo hemos conseguido. Hemos compartido y discutido documentos3, hemos participado o rechazado foros de diálogo, como los Laboratorios4, en los que yo, personalmente, no quise entrar, pero donde otros colectivos que apoyan el Fondo han podido expresar sus inquietudes. Estamos aportando nuestra experiencia y nuestras ilusiones a la construcción de algo que es para todos. Ha sido un largo y no siempre apacible proceso, gracias al cual esperamos llegar a un sistema de apoyo a la creación consensuado con todos, o casi todos estos agentes. Entre nosotros, los que hacemos arte en Madrid, hay grandes divergencias, sin duda tenemos visiones enfrentadas sobre lo que es la cultura y la forma de gestionarla. Y no digamos si nos ceñimos al reducido y siempre polémico campo del arte contemporáneo, cuya mera existencia, como comentaba hace poco en Facebook creo que José Manuel Costa, es de por sí tema de discusión. Pero la virtud de la democracia está precisamente en el respeto a las minorías, en la capacidad para mantener estos complejos diálogos a muchas bandas.

La Comunidad en cambio ya ha publicado sus ayudas. No ha necesitado, o más bien ha rechazado, la ayuda de la sociedad civil para su redacción. No han escuchado ni escuchan las voces que les advierten de las carencias cualitativas y cuantitativas de lo que están haciendo. ¿Laboratorios? ¿Grupos de trabajo? ¿Diálogo? ¿Para qué? No hacen falta, porque su Programa de Ayudas a las Artes Visuales5 no responde a las necesidades del tejido creativo, sino a las suyas propias.

En primer lugar el programa es, como ya he dicho, cualitativa y cuantitativamente muy insuficiente. No me voy a extender, basta compararlo con el Programa de Artes Visuales6 del Senado de Berlín:

Cantidad total ofertada en convocatoria pública para artes visuales:
  • Berlín (2013)7: Cinco millones quinientos diecisiete mil doscientos veinte euros (5.517.220 €)
  • Comunidad de Madrid (2016): Ciento diez mil euros (110.000 €)
Presentación del programa:

Berlín (resumen):
“El departamento de asuntos culturales de la Cancillería del Senado de Berlín apoya producciones y provee becas en forma de fondos para proyectos y becas para artistas radicados en Berlín. Los fondos pueden ser obtenidos por proyectos en disciplinas dentro del sector cultural no-comercial, incluidos las artes visuales y escénicas, la fotografía, nuevos medios, literatura y música, así como formas relacionadas y propuestas interdisciplinares. La Cancillería del Senado - Asuntos Culturales provee fondos para proyectos interculturales e intercambios culturales. El programa de mujeres artistas ofrece fondos y becas para mujeres que trabajan en video y cine, y premios en el área de las artes visuales y la composición. Hay un programa de co-finaciamiento que permite a los artistas y grupos de la escena independiente de Berlín aplicar para financiamiento externo de entidades que lo requieran. Hay fondos disponibles para la presentación de trabajo ya realizado por artistas residentes en Berlín, así como ensambles y grupos de todas las disciplinas.
Todos los fondos se otorgan de acuerdo con los Principios de la Cancillería del Senado - Asuntos Culturales: libertad artística, transparencia, igualdad y equidad.”
Madrid:
La Oficina de Cultura y Turismo de la Comunidad de Madrid considera el apoyo a las artes visuales como una de las prioridades de su política cultural. Facilitar la movilidad, la formación y el acceso al mundo profesional de los jóvenes artistas y fomentar la promoción y visibilidad de su trabajo son los dos pilares fundamentales de esta política, articulada a través de un programa de becas, ayudas y premios, que se materializa en los distintos espacios expositivos de la Comunidad de Madrid.
(Las negritas son mías)

Convocatorias de cada programa:

Berlín:
    1.    Becas de trabajo
    2.    Visitas a estudios (una comisión del Senado invita a coleccionistas)
    3.    Fondos para talleres
    4.    Becas internacionales de la República Federal de Alemania
    5.    Premio para espacios e iniciativas artísticas
    6.    Beca Hannah-Höch (sólo mujeres)
    7.    Premio Hannah-Höch (sólo mujeres)
    8.    Proyectos interculturales
    9.    Fondos para catálogos
    10.    Cofinanciación
    11.    Beca de intercambio: Estambul, L.A., Pasadena, Nueva York, Tokio
    12.    Beca de intercambio: París
    13.    Intercambio cultural Berlin Global (artes visuales)
    14.    Fondos para proyectos
    15.    Subsidios para viajes internacionales
    16.    Fondos para proyectos artísticos interdisciplinares
Ademas hay varios programas transversales a los que pueden aplicar también los artistas y gestores independientes de artes visuales.

Madrid:
    1.    Becas de residencia en el extranjero para jóvenes artistas y comisarios
    2.    XXVII Edición de Circuitos de Artes Plásticas
    3.    I Edición Ayudas a entidades culturales privadas sin ánimo de lucro para la realización de actividades relacionadas con las artes visuales.

En Madrid las ayudas se otorgan a posteriori, al cabo del año y con el proyecto acabado, y se han convocado con 15 días para presentar la aplicación.

Habría que añadir que Berlín es un estado federado, lo más parecido a una de nuestras autonomías, que tiene tres millones y medio de habitantes, frente a los seis millones de la Comunidad de Madrid, y que su PIB es aproximadamente la mitad que el de nuestra Comunidad.

El programa de Apoyo a la Creación de la Comunidad de Madrid no aporta nada. Las ayudas a entidades sin ánimo de lucro siempre han existido bajo otros epígrafes. Además en los presupuestos de la CAM hay ya una partida (nº 48) de 648.000 euros (10 veces más de lo convocado) “A familias e instituciones sin fines de lucro”. Circuitos por su parte es un programa de la misma Oficina de Cultura y Turismo, por lo que esta convocatoria para participar es una manera indirecta de financiarlo, no de apoyar el desarrollo de un tejido creativo independiente.

Sobran los comentarios. Pero por desgracia el asunto tiene una vuelta más. Y es que las convocatorias agrupadas bajo el título de Programa de Apoyo a las Artes Visuales son sólo una parte del sistema de reparto de recursos públicos que está aplicando la Dirección General de Promoción de la Cultura del gobierno de Cristina Cifuentes. Otra parte, cuyo monto es imposible averiguar, se está distribuyendo de la manera más usual en la Comunidad de Madrid: a dedo.

No voy a enumerar los proyectos que están recibiendo apoyo sin necesidad de una convocatoria pública, por respeto a sus autores. Conozco a muchos de ellos y sus proyectos sin duda merecen apoyo público. Lo triste es que haya que ser amigo de alguien para conseguirlo. Cuando una comisión de la Plataforma por el Fondo para las Artes se reunió con los responsables de la mencionada Dirección General, no sólo rechazaron cualquier diálogo sobre el Fondo o sobre un sistema de apoyo consensuado con el tejido creativo de Madrid, sino que nos explicaron que el procedimiento para presentar un proyecto es “escribir un e-mail a Javier”. ¿No sabes quién es Javier? Pues tú no puedes jugar en este patio.

Para concluir, el problema en la Comunidad no es si se apoya o no la cultura con recursos públicos, no es una cuestión política de fondo — la cultura como consumo privado o como bien público — ya que el gobierno de Cifuentes mantiene instituciones culturales y está financiando proyectos y entidades privadas con más de 14 millones de euros, y dispone de otros 12 millones para Promoción de la Cultura. Todos estos datos pueden encontrarse en el documento “Estado de gastos por vinculación jurídica8, página 44. El debate es sobre la forma y cantidad en que el gobierno autonómico apoya la creación y la gestión independiente. Ni siquiera estamos hablando de un incremento de los presupuestos, sino de un reparto más democrático y más acorde con los tiempos que vivimos. El cuestión es si podemos implantar en la Comunidad de Madrid los principios declarados por el Senado de Cultura de Berlín: libertad artística, transparencia, igualdad y equidad, o si vamos a seguir vagando en las tinieblas.

Sé que deberíamos estar en otro momento de la historia. Que la discusión debería girar en torno a otros modelos de participación en lo público, al problema de la institucionalización de la creación y de lo alternativo, etcétera. Posiblemente por eso ni AVAM ni otras asociaciones del sector se han tomado la molestia de pronunciarse al respecto. Pero por desgracia todavía estamos aquí, en un punto más propio de aquellos viejos debates de los años 70, y no tiene pinta de que vayamos a pasar página en esta legislatura.

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Postdata: las opiniones reflejadas en este artículo son exclusivamente mías, nadie ha colaborado en su redacción, por lo que las represalias deben dirigirse sólo contra mí, o en todo caso contra mí y los miembros de mi familia, no a terceras personas con las que colaboro en distintos proyectos, o que simplemente han cometido el error de tomarse unas cañas conmigo.



[1] Las grabaciones son algo largas, pero en la sesión de lunes 21 - presentaciones, los responsables de la CAM presentaron su programa, elaborado ya con detalle: http://www.antimuseo.org/fondo_arte/encuentro.html
[2] La cita está tomada de la entrevista a Jorge Luis Marzo a Luis González Robles: http://www.soymenos.net/Gonzalez_Robles.pdf
[3] http://medialab-prado.es/mmedia/18/18773/18773.pdf La Plataforma por el Fondo para las Artes de Madrid ha respondido a este borrador con un documento que lo analiza y comenta con detalle: https://drive.google.com/open?id=1jahTxUSZWBA7X6E2tX4M2qKpV-tk84BTHwe9wgehL6I
[4] http://medialab-prado.es/article/los-laboratorios
[5] http://www.madrid.org/cs/Satellite?c=CM_InfPractica_FA&cid=1354602914747&idConsejeria=1109266187224&idListConsj=1109265444710&idOrganismo=1109266228361&language=es&pagename=ComunidadMadrid%2FEstructura&sm=1109170600517
[6] https://www.berlin.de/sen/kultur/en/funding/funding-programmes/visual-arts/
[7] https://www.berlin.de/sen/kultur/_assets/kulturpolitik/kfb_14_englisch.pdf Todavía no se ha publicado el análisis de los años posteriores. Datos de financiación de proyectos en la página 39
[8] http://www.madrid.org/presupuestos/attachments/category/62/LIBRO_02_ESTADO_GASTOS%20(web).pdf Presupuesto de Promoción de la Cultura en la página 45.

Pyramid Versus Mobile: The great transformation of cultural policymaking




Summer is just around the corner, and an equally hot post-electoral period also beckons. This would seem a convenient point for taking time out for reflection, to be self-critical with regard to the collective processes which have taken place over the last ten months. This of course began with the Meeting of Madrid Artists' Organizations and led to the creation of the Platform for the Fund for the Arts of Madrid. This now boasts a membership consisting of over 40 organizations, self-run centres,  associations, plus over 150 individuals. The cultural scene in Madrid extends much further in reality, but up to now there has never been such a convergence of cultural agents in our City and Autonomous Region.

The proposal in question, the Fund for the Arts, is merely a system of support for the arts comparable to what already exists in neighboring European countries, in any big city (or administrative district comparable to our Autonomous Regions). A public system, regulated, set up on the basis of consensus with those at which it is directed. A system that supports creation in its myriad forms, that supports self -organization for creators, enabling them to develop their own means of production and distribution. A system that uses up-to-date and realistic assessment criteria and that inspires experimentation, and supports cultural models that do not see themselves as just another business. A system that allows artists and creators to develop their careers, get involved in relevant international circuits, and work in an atmosphere of  freedom, something which has been frequently lacking in Madrid.

A peculiarity of the proposed Funding Programme is that it is ‘inter-administrational’; that is to say, it is a budget provided by the City Council and Regional Government, within a framework to co-ordinate their action and help prevent overlap of responsibilities. After all, both bodies direct their efforts at broadly the same social target, given that 50% of the population of the Madrid Region live in the city municipality. This is where practically all cultural activity takes place, notwithstanding those artists that live in the different municipalities. The participation of different administrations in the  proposed fund also provides stability. We know that a municipal Funding Programme could conceivably disappear as fast as it appears, as in the case of the Grants from the Matadero Centre. However, the cancellation of the Funding Programme would have repercussions for whichever body was responsible, leaving the other in a favourable light by default, as it were.

Ideally the Funding Programme would include other administrations: municipalities in the Madrid Region where creative networks are weak or small, yet have potential to play a greater part in future cultural scenarios. Not forgetting of course central government. I think that the Madrid City Council could even issue calls for projects open to other municipalities of the region, at least initially. Again, in in ideal world the Fund could acquire public Foundation status, which would increase its independence and stability along with the possibility of attracting private funding, especially if there were a law for sponsorship programmes. But, unlike in such an ideal world, the reality is that  Madrid is 30 years behind with its cultural policymaking, and its creators in whatever fields are at breaking  point. As a result, the proposal for the Fund is currently on the tables of the City Council and Regional Government.

There are also many people, artists and cultural administrators included, who are against funding grants. I think it is worth pausing to consider this point. Most people believe that there is a grant whenever public money is transferred to civil society, to individuals. That is not quite right. The grant is a means of making this transfer, subject to legislation. Yet the public administrations also award contracts, for example, and they can do so arbitrarily up to a certain limit beyond which public tendering takes over. Grants are a legal framework to ensure that access to public funding is transparent and kept under control. In my experience over the years, those who reject grant funding usually do so because they prefer the cronyist approach. Look at the example of Esperanza Aguirre, president of the Madrid Region, who went on on on about ‘gravy trains’, yet whose party at that exact moment had a vast network of corruption trails based on a payroll using slush funds.

Many of those working in culture are used to accessing public funding through their personal contacts, and that is something which must come to an end. To preserve the dignity of cultural activity and those operating within it, the ‘back door’ must be sealed off once and for all. One thing is the freedom of cultural institutions to invite or take on artists, curators, speakers, and so on; quite another is for public access to policymaking to operate on an ‘it’s who you know’ basis.  More importantly, when we speak of grant-funded culture as a culture bound to party political interests, who operate the tap controlling the flow of public money, it is precisely that situation we are referring to. The need to ‘get in’ with those who hold office and their assessors in order to gain access to resources leads necessarily to docility and absence of critical discourses.

I was surprised last may when Podemos, in their presentation of cultural policy for the Madrid region, expressly rejected grant funding for culture. Cultural policies, where funding is yet another tool, have as their aim to counteract the deviations caused by the market and address social inequality. This affects funding given to culture in the same way as that which goes to political parties, to give just one example. Nobody has ever called the latter into question, of course; we know that without them, those with vast sums of money would have an unfair advantage even if they had fewer votes. The term is ugly and the state funding law is a shambles, but it is not the grant funding itself which ties the work of intellectuals and artists to party political interests: it is the dysfunctional process in the form of arbitrary use of the taxpayers money which does so. If there is no legal framework then there is nothing to stop those in power looking after those who toe the line whilst marginalizing critical discourse. What we at the Platform request, as has been said, is is that legal framework for a programme of support for cultural undertakings, set up in collaboration with those at whom it is directed. One of the aims of the Fund is to improve the procedures involved, such as overcoming bureaucratic obstacles, thus facilitating access.

From this point of view, cultural policies ought to focus on promoting those undertakings that take risks, and which by their experimental nature are not based on financial return but on producing new knowledge. The 15-M movement taught us one great thing: the old ways of ruling are over, or at least should be. Society wants to and should participate actively in policymaking. We are no longer content just to visit the ballot box once every four years and hope for the best. I think that the same applies to culture, and participation is an inherent part of any work in that field.

A few days ago, I participated in the Second Congress of Cultural Press at the Santillana Foundation. The director Basilio Baltasar expressed this shift by means of an image which I have adopted for my talk: the pyramid versus the Calder mobile. In terms of cultural policy, the society we have been living in resembled a pyramid. At the top, those with political responsibility: ministers of culture, councillors, and so forth, who set out the direction to take and choose content. Beneath these come public institutions and civil servants, whose speciality is making these political decisions into concrete reality through various programs. Then come the creators, destined to move within the tight framework assigned to them by those with politicial responsibility, being careful all the time not to move outside the set limits of content and action. And at the base of the pyramid lies wider society, conceived as a passive entity, an audience who are there to receive the ‘benefits’ of culture handed down from on high.

However, the real world is not like that. The cultural ecosystem actually resembles a Calder mobile, made up of an infinite number of pieces of different shapes and sizes, highly mobile, and adaptable to a changing reality. In this scenario, the aim of cultural policy ought to be that of maintaining the connections between the pieces and ensuring they stay connected to the complex superstructure that is today’s society.

To get back to the Fund, the path we have travelled up to now has not been easy. The Madrid Regional Goverment rejected the idea in the first meeting, in January of this year, and shut the door to future negotiations. It has taken ten months to get the Madrid City Council to sit down with us, only to discover that during all that time it seems we were separately taking the same route before our paths converged. Whilst retaining a healthy suspicion of  public institutions, and keeping in mind that we are in an election campaign period, I believe that the City council have taken on board the complex creative network existing in Madrid and also the need for developing cultural policies with those who constitute it. We, as a platform but also as a diverse collection of undertakings, want to contribute towards the formation of a great cultural project for Madrid along with many other groups. And at last it seems likely that the opportunity for meaningful dialogue to this end has arisen.

This new situation also allows us to focus on the area where the problem really lies: the Madrid Autonomous Region. This is because most people have no idea that it is this body that has responsibility for nurturing creation and implementing the system of support which we have been demanding. This has been the case since the legislation of 1985, which set out not only the responsibilty but also the economic means to do so. That the City Council wants to support the arts is wonderful, but it is scandalous that the regional Government does not.

The Regional Government has systematically evaded its legal responsibilities, continues to do so and shows no sign of stopping. Besides, it remains stuck in the pyramid model, where society at large is relegated to a bit player. Proof of this was made visible when, during the meeting in January, the  representative of their Cultural Promotion Department explained that the procedure for accessing resources was ‘send Javier an email’. No further comment necessary.

The refusal of Cristina Cifuentes’ administration to engage in dialogue of any kind with cultural agents, who have painstakingly at personal cost produced cultural offerings, leaves only one path open: present the project to the Culture Commission at the Regional Parliament. It would be hoped that the representatives of Podemos, PSOE and Ciudadanos parties have accepted the idea that from now on, cultural policymaking is something to be done by all of us.

Follow-up in September.

Thanks for the translation to Ben Roberts

LA PIRÁMIDE VS. EL MÓVIL

LA GRAN TRANSFORMACIÓN DE LAS POLÍTICAS CULTURALES



La proximidad del verano, y de un no menos caliente periodo postelectoral, es una buena oportunidad para hacer un receso, un tiempo de análisis y autocrítica, en los procesos colectivos que se detonaron hace ya diez meses, tras el Encuentro de Organizaciones de Artistas, y que han tomado cuerpo en la Plataforma por el Fondo para las Artes de Madrid. Somos ahora 41 asociaciones y colectivos autogestionados, y más de 150 particulares. El tejido cultural de Madrid es más amplio, por supuesto, pero también es cierto que nunca ha habido una convergencia de estas dimensiones en la cultura de nuestra ciudad y comunidad autónoma.

Esta propuesta, el Fondo, consiste simplemente en un sistema de apoyo a la creación como los que hay en el resto de Europa, en todas las grandes ciudades y entidades equivalentes a nuestras autonomías. Un sistema público, reglado, consensuado con el tejido creativo al cual se dirige, que apoye la creación en todos sus ámbitos y que fomente la auto-organización de los creadores para el desarrollo de sus propios medios de producción y distribución. Un sistema que sepa establecer criterios actualizados y realistas, que apueste por la experimentación, por una cultura que no se ve a sí misma como negocio. Que sirva para que los creadores podamos desarrollar nuestras carreras, insertarnos en los circuitos internacionales que nos interesan, pues no hay sólo uno ni son todos iguales, y trabajar con libertad, cosa que no ha sido tan frecuente en Madrid.

La peculiaridad del Fondo que nosotros proponemos es que es interadministrativo. Es decir, es un presupuesto que aportan el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid, convenio de por medio, para coordinar su acción y evitar duplicidades en unas políticas que se dirigen prácticamente al mismo cuerpo social, dado que el 50% de la población de la Comunidad vive en la capital, y prácticamente toda la actividad cultural tiene lugar aquí, con independencia de que haya artistas que viven en otros municipios. Un fondo en el que participen varias administraciones nos proporcionaría además estabilidad. Sabemos que un programa municipal de subvenciones puede desaparecer con la misma velocidad que apareció, como ocurrió con las extintas Ayudas de Matadero. Pero la liquidación del Fondo exigiría que una de las administraciones implicadas asuma el papel del malo, para decirlo de una manera sencilla, y deje a la otra el del bueno.

Idealmente el Fondo debería incluir otras administraciones: municipios de la Comunidad de Madrid, donde el tejido creativo es débil, pequeño, pero que está destinado a alcanzar mayor protagonismo en el futuro, y por supuesto el gobierno central. Creo que incluso el Ayuntamiento de Madrid podría asumir, al menos al principio, convocatorias que alcancen a otros municipios de la región. También en un mundo ideal el Fondo llegaría a ser una Fundación pública, lo cual reforzaría su independencia y estabilidad, y permitiría captar recursos de la iniciativa privada. Sobre todo si hubiese una ley de mecenazgo. Pero ése es un mundo ideal. En nuestro mundo real Madrid tiene un retraso de 30 años en sus políticas culturales y la situación de los creadores es desesperada en todos los ámbitos. Por tanto, la propuesta del Fondo está hoy por hoy sobre las mesas del Ayuntamiento y la Comunidad.

Hay también bastantes personas, artistas y gestores culturales incluidos, que están en contra de las subvenciones. Creo que es conveniente detenerse en este punto. La mayoría de las personas creen que hay una subvención siempre que se transfiere dinero público a la sociedad civil, a particulares. Esto no es exacto. La subvención es un instrumento específico para hacer este tipo de transferencia, sujeto a una ley estatal. Pero las administraciones públicas también contratan, por ejemplo, y lo pueden hacer a dedo hasta cierta cantidad, y por concurso público a partir de ese límite. La subvención es un marco legal para que el acceso a los recursos públicos sea transparente y controlado. En mi experiencia, que no es corta, quienes rechazan las subvenciones es porque prefieren que los recursos públicos se asignen a dedo. Pongo por ejemplo a Esperanza Aguirre cuando hablaba de mamandurrias mientras a su alrededor se extendían las redes de Gürtel, Púnica…

Muchas personas en el mundo de la cultura están acostumbradas a acceder a los recursos públicos gracias a sus contactos. Y esto es algo que debe acabar. Por la dignidad de la cultura y sus trabajadores, hay que tapiar la “puerta trasera”. Una cosa es la autonomía de los centros de arte y demás instituciones culturales y su libertad para invitar (contratar) a artistas, curadores, críticos, conferenciantes… y otra es que la participación de la sociedad en el desarrollo de las políticas culturales se base en los contactos personales de cada cual. Es más, cuando hablamos de cultura subvencionada como una cultura sometida a los intereses partidistas, controlada con el grifo del dinero público, nos estamos refiriendo más bien a este fenómeno, donde la necesidad de “llevarse bien” con los altos cargos y sus asesores para acceder a los recursos tiene como contrapartida la docilidad y la ausencia de crítica.

Personalmente me sorprendió, cuando en mayo del año pasado asistí a la presentación del programa de cultura de Podemos para la Comunidad de Madrid, su rechazo expreso a las subvenciones a la cultura. Sin embargo las políticas culturales, donde las subvenciones son un instrumento más, tienen como principal objetivo corregir las desviaciones del mercado y compensar la desigualdad social. Esto afecta tanto a las subvenciones que se destinan a la creación como las que reciben los partidos políticos, por poner un ejemplo. Nadie se ha pronunciado jamás contra estas últimas, claro, y sabemos que sin ellas los que tienen más dinero jugarían con enorme ventaja, aunque tuviesen menos votos. El nombre es feo y la ley estatal un desastre, pero no son las subvenciones las que someten el trabajo de intelectuales y artistas a intereses políticos, sino la arbitrariedad en el uso de los presupuestos que pagamos entre todos. Si no hay un marco legal, nada impide a los gobernantes beneficiar a sus afines y marginarnos a los que somos críticos. Y lo que reclamamos desde la Plataforma, lo repetiré, es ese marco legal de un sistema público de apoyo a la creación y la autogestión, reglado y consensuado con el tejido creativo al cual se dirige. Uno de los objetivos del Fondo es mejorar el procedimiento, en cuanto a los plazos, burocracia, etc.

Desde este punto de vista las políticas culturales deben enfocarse a promover las manifestaciones que asumen mayores riesgos, las que por su propia naturaleza experimental no apuntan hacia un retorno económico, sino a la producción de saberes nuevos. El 15M nos ofreció una gran enseñanza: la forma de gobernar ha cambiado, o al menos debe cambiar. La sociedad quiere y debe participar de manera activa en el desarrollo de las políticas; ya no nos conformamos con depositar el voto y esperar que los políticos y sus equipos técnicos lo hagan más o menos bien. Creo que en la cultura esto es esencial, que es inherente a cualquier trabajo relacionado con la cultura.

Hace pocos días participé como invitado en el segundo Congreso de Prensa Cultural de la Fundación Santillana. Su director, Basilio Baltasar, expresó este cambio mediante una imagen que incorporé inmediatamente a mi charla: la pirámide versus el móvil de Alexander Calder. El sistema que hemos vivido, hablo de la política cultural, tenía forma piramidal. En la cúspide, los responsables políticos y sus gabinetes: ministros de cultura, consejeros, concejales… Ellos diseñaban las líneas de acción a seguir y los contenidos de la cultura. Debajo, las instituciones públicas y los funcionarios especializados se encargaban de materializar las decisiones políticas a través de diversos programas. Luego, los creadores, que debían moverse en la estrecha franja asignada por los responsable políticos, con mucho cuidado de no salirse de directrices y contenidos diseñados en despachos. Y en la base, la sociedad, entendida como un público pasivo, una audiencia que recibe desde lo alto los beneficios de la cultura.

Pero el mundo actual no es así. El ecosistema cultural se parece más a un móvil de Calder, compuesto por una infinidad de piezas con distintas formas y colores, dotadas de movilidad, adaptables a una realidad cambiante. En esta imagen, un objetivo de las políticas culturales debería ser mantener las piezas conectadas entre sí y unidas a la compleja estructura que es hoy en día la sociedad.

Volviendo al Fondo, el camino que hemos recorrido hasta aquí no ha sido fácil. La Comunidad de Madrid rechazó la idea en la primera reunión, en enero de este año, y cerró la puerta a futuras negociaciones. Y hemos tardado 10 meses en sentarnos con el Ayuntamiento, para descubrir que de alguna manera hemos caminado en paralelo hasta llegar a un punto de encuentro. Sin perder mi desconfianza en las instituciones públicas, y sin olvidar que estamos en campaña electoral y nos ofrecen su mejor perfil, creo que el Ayuntamiento de Madrid ha asumido la complejidad del tejido creativo de la ciudad y la necesidad de abrir el desarrollo de las políticas culturales a los distintos agentes que lo forman. Nosotros, como Plataforma, pero sobre todo en la diversidad de nuestros proyectos, queremos colaborar en construcción de un gran proyecto cultural para Madrid, al igual que otros muchos colectivos. Y parece que al fin se abren los espacios de diálogo que lo harán posible.

Y esta nueva situación permite también poner el foco donde realmente está el problema: la Comunidad de Madrid. Porque lo que la mayoría de los madrileños no sabe es que es la Comunidad quien tiene la responsabilidad del estímulo a la creación y de implementar un sistema de apoyo como el que estamos reclamando. La tiene desde que se aprobó la ley de transferencia de competencias en cultura, en 1985. Transferencia de competencias que implica una transferencia de recursos. Es fabuloso que el Ayuntamiento quiera apoyar la cultura, pero es un escándalo que la Comunidad no quiera hacerlo.

La Comunidad ha incumplido sistemáticamente el mandato legal que recogen tanto su estatuto como esta ley. Lo ha hecho siempre, lo hace ahora, y no quiere dejar de hacerlo. Además, la Comunidad de Madrid sigue aferrada al sistema piramidal, donde la sociedad tiene el papel de mera comparsa. Es más, en la reunión que mantuvimos en enero con los responsables de la Dirección General de Promoción de la Cultura, nos explicaron que el procedimiento para colaborar con la Comunidad es “escribir un email a Javier”. Sobran los comentarios.

La negativa del gobierno de Cristina Cifuentes a iniciar un diálogo con la sociedad, con el tejido creativo, con quienes hacemos la cultura de Madrid a base de esfuerzo y sacrificio, sólo nos deja una vía política: presentar el proyecto a la comisión de cultura de la Asamblea de Madrid, y confiar en que los diputados de Podemos, PSOE y Ciudadanos hayan comprendido que a partir de ahora el diseño y la ejecución de las políticas culturales lo haremos entre todos.

La respuesta, en septiembre.

Quieres leer la propuesta del Fondo: https://goo.gl/o08jZq
Quieres apoyarla: http://goo.gl/forms/UxfEAemDZF

Cultural Policymaking: Rigged Participation

The Ahora Madrid party came to power without any policies on culture. Their electoral programme featured the grand total of 106 vague words on the subject, if I recall correctly. I interviewed Guillermo Zapata, their Culture representative at the time, on the subject and analysed the programme, with pessimistic conclusions. We also know that the team of Celia Mayer (current AM head of Culture and Sport) seem to work on the basis of repeating a couple of mantras which, in themselves, are meaningless: Popular culture, collaborative culture…. With this background it is unsurprising that Culture has become a battlefield for this municipal government, which has already suffered various resignations in this field such as the aforementioned Zapata and Jesús Carillo.

Now, after a year characterized by a lack of any visible results but (almost certainly) a considerable ongoing expenditure, those responsible have decided to start a debate about municipal Culture policy. It could be said by means of response that it was about time, or that Madrid’s civil society already initiated this very debate over six months ago (a debate met, of course, with total indifference on the part of the local government). Unfortunately, that doesn’t get to the root of things so we need to dig a bit deeper….

And what is the format for this Great Debate? A series of ‘Laboratories’. The first one has already been planned, with invited guests such as Natalia Balseiro (researcher and artistic producer who was leading Galicia’s choreography centre and MOV-S); Tere Badía, (current director of Hangar); and Mikel Toral (municipal technical director of Culture, ex-director of cultural promotion of the Basque government and member of Basque culture committe). Besides these figures, for the resulting workshops Natalia Balseiro, Sofia Coca and Pedro Jiménez of ZEMOS98 (Sevilla) and Ricardo Antón of ColaBora Bora (Bilbao) have been contracted.

Who have they forgotten? Who has been left out of all this? The legitimate representatives of Madrid’s cultural scene. The authorities have, once again, ignored all of us, of no matter what discipline. To participate in this ’laboratory’ one has to go through an admission process. It is not clear what criteria are used as the basis for said admission: Artistic direction? Participation in comittees, associations, groups? The right friends and acquaintances? It doesn’t matter anyway, as they aren’t going to publish this criteria, nor the list of those rejected, so it will all look very legal and above board.

This fills me with dread. Apart from the Platform for the Fund for the Arts (of which Antimuseo is a member along with 40 more associations and 150 individuals), in the visual arts scene in Madrid there are various other groups who, whether we like them or not, are legitimate spokespeople in all this. To start with there is MAV, AVAM, and IAC, who, despite our differences, all have something to say in this debate. I imagine that in the other cultural fields the situation is similar: associations of alternative theatre, for example, are not present. Plus Tabacalera and other self-run social centres ought to play a part in the talks as they have formed a part of the cultural scene here for over 15 years. Also missing form this supposed ‘dialogue’ are the representatives of opposition parties, as if their positions were unimportant. Presence of international experts like a certain George Yúdice, one Fernando Vicario – what for? There is nobody involved who has been recognized for their work, status as representative,  knowledge or other attributes we might consider pertinent. There will be 60 participants chosen for each of the ‘laboratories’ with the aim of deciding the cultural policy of Madrid on the basis of their………………….(fill in the blank right there, as I’m ashamed to).

Let’s get this clear: Debate does not happen between those who are already in agreement. It arises  where there are discrepancies, opposing positions. Success in politics is knowing how to move the dialogue forwards and find common ground that enable us to get along.

Why was there no proposition of a genuine debate involving all the legitimate representatives, who are well known to the city council?   Because the aim of these ‘laboratories’ is not  to open such a discussion to all those involved in cultural activity in Madrid, professionally or otherwise; it is to justify a series of errors and misjudgements that have characterized the council’s cultural policy this past year. Worse still, these events will merely strengthen and amplify the existing cronyism that exists between those in power and organizations and groups like Intermediate, Patio Maravillas, Fundación de los Communes and the rest. For the success of such an operation, it is necessary to invent an abstract interlocutor – (‘the people’, as if the other 99% of us were members of the royal family!)- who they themselves define and select. Made to Measure. What Madrid’s local government is looking out for is not an honest confrontation between different conceptions of culture, but submissive adhesion to their authority and doctrines; in a nutshell, their own interests. 

This is regrettable and serves to highlight the lack of cohesion of the policies of Celia Mayer. I imagine that Azucena Klett and Ana Méndez de Andrés, cultural administrators and, as far as I can tell, the forces behind this initiative, are suitably proud, convinced of having pulled one over on us yet again. Convinced that they have left in the dust all those of us who don’t fit in to their scheme and at the same time, after a wasted year, legitimise all the non-policies they have implemented.

What they don’t seem to be aware of is that they will simply corroborate what we all already know- that the government is the worst enemy of Madrid’s culture - and also compromise the political project of Ahora Madrid mayoress Manuela Carmena, who cannot afford to give the green light to such base and undemocratic practices.

Azucena, Ana: Do yourselves a favour. Do Manuela Carmena’s local government a favour. Do the Madrid creative scene a favour. Do this whole place a favour and cut out all the machinations. You’re not fooling anybody.  These ‘laboratories’ don’t have the merest hint of legitimacy and won’t serve your crude ‘strategies’. Cancel them and start working with society, with the existing civil groups and who have proposals to share with the local government. The solutions we’re hoping for will arise from our conflicts!

What you are doing does not respond to the demands for change that our citizens have made and continue to make: that what is needed is not a change of party in government, but a new approach instead of the blatant favouritism and twisted policymaking we have suffered for so long.

There’s not much else to say. I feel a great emptiness and one of Dante’s quotes comes to mind, that with which I began this critical project in 2015: Lasciate ogni speranza, abandon all hope. Ideally we’d all go down to the laboratory to demand of Celia Mayer that she cancel this farcical initiative and start a true dialogue where we could all contribute to the creation of a cultural framework in this city….but I don’t think that will happen.

Update:

After leaking this text to someone in the local government, I suddenly received an invitation for the platform to attend the events as a ‘special guest’…how low can these people sink?

Thanks Ben Roberts (https://www.facebook.com/eclectiktronik.live) for the translation

CARTA DE DESPEDIDA DE LA PLATAFORMA

Hola a todos:

Os escribo para deciros que no voy a asistir a la presentación de los “Laboratorios” que tendrá lugar en Medialab el martes 17 de mayo a las 18h. La razón es muy simple: nosotros hemos ofrecido diálogo y cooperación a las dos administraciones públicas locales — Ayuntamiento y Comunidad — para el desarrollo de unas mejores políticas culturales; para dar un nuevo impulso a la cultura y las artes en Madrid, aportando nuestra experiencia y energía. Ninguna de las dos administraciones está interesada en tal diálogo, por lo que no tiene sentido acudir para escuchar una vez más que sociedad e instituciones caminan en direcciones opuestas. Ellos han roto la baraja, no nosotros, y no podemos aceptar un diálogo asimétrico, en el que se nos asigna un rol pasivo.

Creo que la Plataforma ya ha hecho todo lo que se puede hacer con este clima político: hemos redactado un documento, el único, entre todos los que han ido emitiendo los diferentes actores de la cultura de Madrid, que pide un sistema de apoyo a la creación equitativo y transparente para todos los ciudadanos. Esta precisión, que somos los únicos que no pedimos para nosotros, sino para toda la sociedad, me la han hecho ya dos cargos públicos.

Hemos redactado un documento, se lo hemos ofrecido a los responsables de cultura del Ayuntamiento y la Comunidad y ha sido rechazado por la segunda e ignorado por el primero. No hemos podido hacer una presentación pública y un debate sobre esta propuesta, porque las instituciones, en especial el Ayuntamiento, han bloqueado durante meses nuestras solicitudes de un espacio y de colaboración para organizarlo. En su lugar, han convocado estos Laboratorios. Sólo nos queda enviarlo a los grupos de la oposición, cosa que ya he empezado a hacer.

Quiero agradeceros a todos el compromiso y el apoyo en las diferentes etapas de este proceso, puesto que de alguna manera me siento responsable del impulso inicial que dio lugar a la Plataforma. No ha sido tiempo perdido. La semilla que hemos plantado dará fruto. Hemos creado un modelo de acción política horizontal entre creadores, hemos iniciado el primer debate serio que ha habido en Madrid sobre políticas culturales, y hemos hecho la primera propuesta coherente de un Fondo para las Artes de Madrid, que antes o después existirá. Vencer las inercias autoritarias de las instituciones y sortear las pequeñas ambiciones de sus responsables no es trabajo de unos meses.

Pero ahora no tiene sentido intentar movilizaciones contra el poder. Disponen de recursos más que suficientes para aplastar cualquier intento, y creo que además todos tenemos otras cosas que hacer, cosas que a largo plazo quizás sean más importantes, como nuestra propia obra.

Voy a dejar accesibles los documentos que hemos generado (actas, informes y la propuesta del Fondo), pero desactivaré el correo de la Plataforma, este desde el que os escribo, el grupo de discusión y la página de Facebook.

Un abrazo
Tomás

POLÍTICAS CULTURALES: LA PARTICIPACIÓN TRUCADA

Ahora Madrid llegó al Ayuntamiento sin una propuesta de políticas culturales. En su programa no dedicaban más de 106 palabras a la cultura, creo recordar, y todo en términos muy vagos. En su momento entrevisté a Guillermo Zapata[1] e hice un análisis de dicho programa[2]. Mis conclusiones fueron bastante pesimistas. Por otra parte sabemos que el equipo de Celia Mayer funciona con un par de mantras que repiten sin cesar, aunque por sí mismos no signifiquen nada: cultura popular, procesos colaborativos; cultura popular, procesos colaborativos… Con tales antecedentes, no es raro que la cultura se haya convertido en el peor campo de batalla para este gobierno municipal, que cuenta ya varias bajas en el correspondiente área de gobierno, desde el mencionado Guillermo Zapata a Jesús Carrillo.

Ahora, al fin, tras un año sin resultados visibles, pero a lo largo del cual seguro que se ha seguido gastando dinero, mucho dinero, los responsables del área han decidido abrir un debate sobre las políticas culturales municipales. Podría decir que a buenas horas, que la sociedad civil ya inició este debate hace meses, aunque hayan preferido ignorarnos olímpicamente. Pero por desgracia hay que rascar un poco más.

El formato elegido para tan gran debate son unos “Laboratorios[3]”. El primero de ellos ya está convocado[4], y han invitado para iluminarnos a Natalia Balseiro, investigadora y productora cultural que ha estado al frente del Centro Coreográfico Galego y en la dirección del MOV-S; Tere Badía, actual directora de Hangar; Mikel Toral, técnico municipal de Cultura, exdirector de Promoción Cultural del Gobierno vasco y miembro del Consejo Vasco de la Cultura. Además, para el taller subsiguiente, han contratado como dinamizadores a Natalia Balseiro, Sofía Coca y Pedro Jiménez de ZEMOS98 (Sevilla), y Ricardo Antón de ColaBoraBora (Bilbao).

¿De quién se han olvidado? ¿A quiénes han dejado fuera? ¿A quiénes no han invitado? A los interlocutores legitimados de la cultura madrileña. Han pasado de todos y cada uno de nosotros, en todos y cada uno de los ámbitos de la creación. Para participar en este “Laboratorio” hay que inscribirse y ser admitido. No se explican los criterios de admisión. ¿Trayectoria, participación en asociaciones o plataformas, aleatorio…? ¿Amiguetes? No importa, porque como no van a publicar ni los criterios ni la lista de “desechados”, la cosa parecerá muy legal y muy trasparente.

A mí me llena de asombro, la verdad. En las artes visuales de Madrid existen, además de la Plataforma de la que el Antimuseo forma parte junto con otras 40 asociaciones y 150 particulares, varios colectivos que, nos gusten o no, son los interlocutores legitimados para este debate. Para empezar MAV (www.mav.org.es). También están AVAM (www.avam.net) y el IAC (www.iac.org.es), que no son santo de mi devoción, no es ningún secreto, pero que algo tendrán que decir sobre estos temas. Me imagino que en otros ámbitos pasa lo mismo, que habrá asociaciones de salas alternativas de teatro, por ejemplo. Y Tabacalera (latabacalera.net) y los otros Centros Sociales Autogestionados deberían tomar parte en esta discusión, sin duda, porque hace ya más de quince años que juegan un importante papel en la cultura madrileña. Tampoco se incorporan a este supuesto diálogo los representantes políticos de otras fuerzas, como si lo que tienen que decir los concejales de la Comisión de Cultura no fuera relevante. Expertos internacionales, un George Yúdice, un Fernando Vicario[5] ¿para qué? No, nadie avalado por su trabajo, por su representatividad, por sus conocimientos, o cualquier otro atributo que podamos considerar solvente. Se seleccionarán 60 personas en cada “Laboratorio”, para que diseñen las políticas culturales de Madrid en virtud de su reconocido/a ………………….…… (rellene usted la línea de puntos, por favor, que a mí me da vergüenza).

A ver si nos aclaramos: el debate no se da entre personas que ya están de acuerdo, sino entre los que mantienen posturas enfrentadas. El éxito en política es saber encauzar el diálogo y encontrar los puntos comunes que nos permiten convivir.

¿Por qué razón no se ha planteado un debate serio con todos estos interlocutores legítimos (y sobradamente conocidos en el Ayuntamiento)? Porque el objetivo de estos “Laboratorios” no es abrir una gran discusión en la que podamos participar todos los madrileños que nos dedicamos profesional y precariamente a la cultura, sino justificar el cúmulo de errores que esta concejalía viene acumulando desde hace un año, y fortalecer y ampliar las redes clientelares de Intermediae, Patio Maravillas, la Fundación de los Comunes y demás. Para esta operación, lo que funciona es inventarse un interlocutor abstracto (“el pueblo”, como si el 99% restante fuésemos de la familia real), que ellos mismos definen y seleccionan. Un traje hecho a medida. Lo que buscan no es una confrontación honesta entre distintas visiones de la cultura, sino la adhesión sumisa a su autoridad y doctrinas. A sus intereses particulares.

Esta jugada es lamentable, y pone de manifiesto la falta de rigor y la cortedad de miras políticas del equipo de Celia Mayer. Imagino que Azucena Klett y Ana Méndez de Andrés, asesoras de cultura y, por lo que sé, las madres de la criatura, estarán ufanas, convencidas de que nos la han jugado una vez más. Que con este truco nos van a dejar en la cuneta a todos los que no encajamos en su planes, y que van a legitimar, tras un año perdido para la cultura de Madrid, las despolíticas culturales que han venido perpetrando.

Lo malo es que no sólo corroboran lo que todos sabemos, que las administraciones públicas son las peores enemigas de la cultura madrileña, sino que están comprometiendo el proyecto político de Manuela Carmena, que en ningún caso puede permitirse maniobras tan rastreras y antidemocráticas.

Azucena, Ana: haceos un favor a vosotras mismas. Haced un favor al gobierno municipal de Carmena, a las creadoras y creadores de Madrid. Haced un favor a toda nuestra ciudad y dejaos de artimañas. No engañáis a nadie. Estos “Laboratorios” carecen de la menor legitimidad y en nada van a revalidar vuestras torpes estrategias. Canceladlos y empezad a trabajar con la sociedad, con los interlocutores que ya están constituidos y que tienen propuestas que compartir con el Ayuntamiento. De nuestros conflictos surgirán las soluciones que estamos esperando.

Lo que estáis haciendo no responde al cambio que ha exigido y exige la ciudadanía, que no es sólo un cambio de partido en el gobierno, sino sobre todo de esas formas mezquinas y torticeras de hacer política.

Tengo poco más que decir. Siento un gran vacío y recuerdo la cita de Dante con la que empecé mi proyecto de crítica en enero de 2015: Lasciate ogni speranza, abandona toda esperanza. Si creyese en la madurez política de mis conciudadanos, os propondría que asistamos masivamente el martes 17 de mayo a las 18h, en el auditorio de Medialab, para exigir a la concejal Celia Mayer, que estará presente, la cancelación de este nuevo disparate y el inicio de una diálogo de verdad, donde entre todos podamos construir un marco adecuado para nuestra cultura.

Como guinda, en este link https://goo.gl/0s2h9H podéis bajar un breve informe sobre los sistemas de apoyo a la creación en Europa, para que comprendáis mejor que es lo que estas señoras quieren evitar a toda costa — un sistema equitativo y transparente — y podáis imaginar que es lo que pretenden colarnos en su lugar.

ÚLTIMA HORA: Tras filtrar yo mismo este texto a un alto cargo del Ayuntamiento, por eso de que el que avisa no es traidor, recibo una invitación para que la Plataforma participe en el taller como invitada especial. Cada paso que dan se hunden más en el lodo.

ÚLTIMA HORA: Un amigo de Facebook me propone que nos concentremos en la puerta de Medialab para reventar el acto. Me hace mucha ilusión, pero sé que nadie en Madrid da la cara cuando hay conflicto y yo estoy viejo para meterme solo en estos fregados.




Apoya el Fondo para las Artes de Madrid: https://goo.gl/o08jZq


[1] http://antimuseo.blogspot.com.es/2015/04/entrevista-ahora-madrid.html
[2] http://antimuseo.blogspot.com.es/2015/05/las-artes-visuales-en-los-programas-del.html
[3] http://medialab-prado.es/article/los-laboratorios
[4] medialab-prado.es/article/laboratorio-1-apertura-institucional-y-herramientas-de-participacion
[5] Hace poco ha publicado en su blog:
"Se necesita una política más cultural y una cultura más política. No ideologizada, politizada, que no es para nada lo mismo, ni siquiera se parece.
La gestión de la cultura es un proceso político al que nuestras sociedades deben darle el valor que le corresponde, siempre que nuestros profesionales sepan desempeñar su papel con la presencia y la responsabilidad que tal encargo social tiene."
http://fvicario.com/poder-politica-y-cultura/

Es esto lo que queremos?

Es normal que la falta de perspectiva nos impida comprender bien nuestra realidad más cercana, juzgarla con la ecuanimidad necesaria para poner cada cosa en su sitio y actuar en consecuencia. Como dice la expresión popular, los árboles no nos dejan ver el bosque. Por eso, aunque los hechos estén a la vista, a veces somos incapaces de reconocerlos y llamarlos por su nombre. Un pez no sabe que está mojado, de la misma manera que tantos políticos y altos cargos no tenían conciencia de estar podridos. Con el arte madrileño pasa algo parecido: estamos tan involucrados en sus dinámicas que no percibimos lo mal que huele. Porque la cruda verdad es que el sistema del arte en Madrid es corrupto. Quizás lo sea todo el sistema de la cultura y quizás en toda España, pero yo me limito a comentar lo que veo con mis propios ojos.

La cuestión es que en el momento en que escribo estas líneas, los recursos públicos a los que puede acceder un artista madrileño por medio de convocatorias públicas, contando todo lo que aportan la administración central, a través de la Secretaría de Estado para la Cultura y las agencias y organismos que dependen de Exteriores, la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento de Madrid, suman CERO EUROS. Y nos parece natural. Pero dinero hay. Hay secretarías de estado, direcciones generales, concejalías, museos, centros de arte, con todos sus sueldos, hay millones de euros destinados a promoción de la cultura y a subvenciones nominativas. Pero los recursos se consiguen a través de contactos personales. Y nos parece natural. No nos extraña la ausencia de un reglamento, de un marco legal, de un procedimiento, y aceptamos sin cuestionarlo que las cosas se apañen en una conversación informal en el transcurso de una inauguración, tomando unas cañas en el bar de la esquina… Además no se apoya nunca la creación, sino la mediación. Esto es peculiar de Madrid y obliga a los artistas a meterse a proyectos de gestión. Lo que nació como respuesta a la crisis de la vanguardia — el artist-run space —  se ha convertido en una forma perversa de reconducir la relación entre los poderes públicos y la creación artística. Nada de esto nos extraña, aunque los contenidos de todas esas instancias públicas que he citado antes los tienen que producir los artistas.

Vamos a ver unos ejemplos para tomar perspectiva y evaluar el tamaño del bosque sin liarnos con los árboles: en el Reino Unido el Ars Council distribuye cada año 89.000.000 € en convocatorias públicas (open-access funding programme). Estos recursos van destinados a todos los ámbitos de la creación a través de una serie de programas, entre los que se incluyen las Grants for the Art, con ayudas de 1.000 a 100.000 libras. Los artistas británicos pueden acceder además a recursos locales. En Berlín, ciudad que todos envidiamos y admiramos, los fondos anuales del  Projektförderung alcanzan los 23.000.000 € a través de varios programas. El de artes visuales, que se subdivide en 16 aplicaciones, dispone de 5.500.000 €. Los artistas residentes en Berlín pueden además acceder a otros recursos a través de organismos federales. En Holanda la Fundación Mondriaan reparte 26.000.000 € al año, sólo para artes visuales.

En Madrid: 0 €.

Y lo peor es que los representantes electos de cada administración, los altos cargos y los privilegiados que revolotean a su alrededor saben perfectamente que en el resto de Europa hay importantes recursos para la cultura que se redistribuyen a la sociedad a través de convocatorias públicas. Es una simple cuestión de legitimidad democrática. Si hay recursos públicos destinados a la cultura, significa que se ha diseñado una política cultural y uno de los ejes de cualquier política cultural es el estímulo a la creación. Pero aquí no. En Madrid esos sistemas no valen porque… ¡Porque no podríamos dar todo el dinero a nuestros amigos! Por eso he afirmado que el sistema del arte de nuestra ciudad y comunidad autónoma es corrupto. No quiero decir que alguien se esté llevando dinero a su casa, sino que hay un enorme desfase entre la realidad de la creación en Madrid, las políticas culturales y el marco legal y político en el que se supone que vivimos. El origen de la corrupción está en la falta de adecuación de las políticas públicas a las necesidades y objetivos de la sociedad. El dinero va donde no debe, y además va como no debe.

No voy a hacer sangre ahora con el detalle de las actuaciones de las distintas administraciones públicas. Todos sabemos que las Ayudas a la Promoción del Arte Español se han estado concediendo en los últimos 10 años a las galerías para que asistan a ferias de arte, pero sin el requisito, en apariencia obvio, de que lleven artistas españoles. Nadie se ha quejado nunca. Todos sabemos que el Reina Sofía es una especie de OVNI en el centro de Madrid, que no tiene ni desea diálogo alguno con el tejido creativo de la ciudad, y mucho menos si es “grassroots”. Su foco ha estado en la política, no en el arte, y también sabemos todos a quiénes ha apoyado y dónde están ahora esas personas. El CA2M por su parte es perfectamente irrelevante, Todos, o muchos, conocemos el “procedimiento administrativo” implantado por la Comunidad de Madrid para la relación con el tejido creativo: “escribe un e-mail a Javier”. La verdad es que me alucina que con la que le está cayendo al PP en los tribunales todavía se atrevan a decirnos que metamos proyectos en una administración pública en plan amiguetes, sin las garantías de una convocatoria reglada, que debe garantizar unos criterios justos, y sin el respaldo del sello de ingreso en el registro de Alcalá 31, que es lo que salvaguarda los contenidos y autoría de los proyectos. Pero he dicho que no iba a hacer sangre. Además no sólo nadie se ha quejado, sino que muchas personas relevantes de este tejido creativo han admitido sin reparos el “procedimiento” y ya tienen sus proyectos en marcha. Los proyectos son buenos y merecen apoyo público, pero la escasa legitimidad de su acceso a la financiación pública los perjudica a largo plazo, aunque ahora parezca lo contrario.

En cuanto al Ayuntamiento, valoro y mucho el esfuerzo de recuperar las ayudas a la creación. Provienen de aquellas que un grupo de personas pedimos en 2005 a Juan Carrete, entonces director del Conde Duque. Yo personalmente estoy orgulloso de aquellas ayudas, que el Ojo Atómico / Antimuseo sólo obtuvo dos veces por culpa de mis “excesos verbales” (léase crítica despiadada). Recuerdo el día que el Ayuntamiento nos propuso que trasladásemos nuestras actividades al futuro Matadero, y no sólo nos negamos (El Ojo Atómico, Liquidación Total y otros) sino que exigimos que se creasen las ayudas. Muchos artistas y colectivos auto-organizados se han beneficiado de ellas en los seis años que duraron, y el panorama creativo de Madrid no sería el mismo si en aquellos momentos hubiésemos optado por el camino fácil y nos hubiésemos integrado en el proyecto de Matadero. Es una buena noticia que recuperen algo de aquello.

Sin embargo ha sido lamentable la manera en que la Concejalía de Cultura se ha comportado con nosotros. En mi opinión nos ha engañado y despreciado. En el Encuentro de Organizaciones de Artistas celebrado en Medialab el pasado septiembre, Jesús Carrillo no sólo aceptó la creación de una mesa de trabajo con el grupo que luego se ha convertido en la Plataforma por el Fondo para las Artes de Madrid, sino que nos urgió nombrar una comisión para la primera reunión. Siete meses después la comisión que nombramos a toda prisa sigue esperando su respuesta; o la de su sucesora, Getsemaní San Marcos. Un simple e-mail con la fecha y lugar. Con la concejala ni intentarlo, porque ella no pierde su tiempo con los ciudadanos de a pie. La Plataforma cuenta ya con más de 30 asociaciones y colectivos, casi todos con proyectos en activo en Madrid. Además han suscrito la propuesta casi cien artistas y simpatizantes, un número que sigue creciendo todos los días. ¿No somos interlocutores válidos para el Ayuntamiento? Aquí hay otra cosa que está fallando. Y con toda seguridad la convocatoria de ayudas a la creación va a nacer viciada, porque ha habido una maniobra de distracción y eso es por algo. No lo duden.

Lo peor es que en 2005, con un gobierno del PP,  media docena de asociaciones pudimos colaborar en la redacción de las ayudas. En 2015/16, con el gobierno de Ahora Madrid, somos más de treinta y han impedido a toda costa que participemos o sepamos algo de las convocatorias que preparan en sus despachos. Es el mundo al revés.

Pero no va a pasar nada, porque lo que he descubierto en este proceso es que la mayoría de los artistas de Madrid, y no hablemos de los gestores y de las entidades asociativas más grandes, no quieren un sistema público, reglado, transparente, basado en la igualdad de oportunidades, como el que hay en el resto de los países de Europa. Confían más en la intriga, en sus contactos, en su habilidad para aprovechar la oportunidad de gol. A mí me escandalizó que la autodenominada Mesa Sectorial del Arte Contemporáneo exigiese, entre las demandas de siempre sobre el IRPF, el IVA, etc., que el gobierno les financie revistas de arte, un programa de televisión (en horario de máxima audiencia, precisa su documento), o la creación de un centro de postgrado de estudios estéticos “de prestigio internacional”. Sin embargo ninguna de las asociaciones que forman parte de esa mesa sectorial ha apoyado hasta ahora el Fondo para las Artes de Madrid. AVAM tampoco lo ha suscrito e incluso su junta directiva ha rechazado reunirse con una comisión de la Plataforma. Muchos artistas que en su día recibieron las Ayudas de Intermediae/Matadero tampoco quieren apoyarlo, cuando en esencia es una ampliación y mejora de aquellas ayudas. Gran ampliación y gran mejora.

Quizás es una idea demasiado avanzada, demasiado democrática. Como que cualquiera que tenga un buen proyecto podría hacer arte en Madrid. Qué tremendo desafío a las jerarquías y establishment de nuestro pequeño mundo.

Bueno, también he descubierto que hay una duda: algunos creen que la Plataforma va a gestionar los recursos del Fondo. Desde aquí aprovecho para aclararlo: el objetivo de la Plataforma es la creación del Fondo para las Artes de Madrid. La Plataforma no es  una asociación, federación o persona jurídica que pueda manejar recursos públicos, y como tal plataforma ciudadana, se disolverá el día que consiga su objetivo: el Fondo. Es necesario definir instancias de la sociedad civil que durante el proceso de su creación y una vez exista el Fondo colaboren con las administraciones públicas, que son las que ponen el dinero y las que tendrán la última palabra sobre su reglamento. Pero el rechazo de AVAM ha dejado un vacío que los artistas madrileños tendremos que rellenar por medio de otra figura. Quizás sea el momento de empezar a trabajar en un Consejo, Observatorio o algo similar.

En cualquier caso y para quien no lo haya entendido: la Plataforma tiene como único objetivo la creación del Fondo. La Plataforma no tendrá ningún control sobre los recursos del Fondo, de hecho dejará de existir en el mismo momento en que se aprueben estos recursos. El suscribir la propuesta y aparecer en la lista de ciudadanos y asociaciones que forman la Plataforma no da ningún derecho futuro sobre esos recursos, ya que serán jurados independientes, designados por el Ayuntamiento y la Comunidad con la colaboración de esas instancias aún desconocidas de la sociedad civil, los que seleccionen o rechacen las aplicaciones de cada programa del Fondo.

Dicho esto, la pregunta que me asalta, a la vista de las reticencias de tantos artistas de Madrid que yo suponía que apoyarían la propuesta de un Fondo para las Artes, y que sin embargo parecen preferir el régimen de arbitrariedad y manipulación partidista que hemos sufrido durante tantos años, es si realmente esto es lo que queremos. De verdad ¿Es esto lo que queremos? ¿Un sistema cultural gobernado por la picaresca, donde las habilidades cortesanas son más importantes que el mérito, que el trabajo, que la trayectoria? ¿La sumisión perpetua a las veleidades de los altos cargos? ¿El despilfarro de nuestros impuestos en proyectos que en vez de apoyarlo, erosionan el tejido creativo de Madrid? ¿Es esto lo que queremos?

...

Voy a acabar con un dato para la reflexión: lo que deberían ofrecer el Ayuntamiento y la Comunidad de Madrid en convocatorias abiertas, para todas las disciplinas, incluidas artes escénicas, si establecemos una proporción entre el gasto en cultura, el PIB y la población de ambos con los de Berlín. En rojo los presupuestos que nos equipararían a Berlín.

Berlín
Ayuntamiento
CAM
Población
3.500.000
3.141.991
6.454.000
PIB
109.200M€
122.223M€
193.834M€
Fondos anuales en convocatoria abierta
 23.084.491€
0€
0€
Proporción fondos convocatoria abierta dentro del presupuesto de cultura
5%
0%
0%
Equivalencia x población
20.716.000€
 42.057.000€
Equivalencia x PIB
25.700.000€
40.890.000€
Equivalencia 5% porcentaje presupuestos cultura
7.700.000€
6.100.000€
Nota: si se tiene problemas para visualizar la tabla, se puede bajar en JPG de https://goo.gl/1nEE4z

 Los cálculos son aproximados; en el Ayuntamiento cultura está unida a deportes y en la CAM a turismo. En los resultados por población y PIB las cantidades no se suman, pues la ciudad está comprendida en la comunidad, pero en la última línea sí se deben considerar en su suma: 13.800.000 euros. Ésta es la cantidad que correspondería al Fondo para las Artes de Madrid, si realmente alguien estuviese interesado en que Madrid tenga la misma vida cultural que Berlín.

El que no vea que aquí falla algo… Lo que no entiendo es por qué no nos hemos echado aún a la calle.

FIRMA POR EL FONDO PARA LAS ARTES DE MADRID
Declaración: https://goo.gl/o08jZq
Formulario para firmar: http://goo.gl/forms/UxfEAemDZF

LA COLECCIÓN SANDRETTO RE REBAUDENGO EN EL MATADERO

Llevo una semana con una gripe espantosa. Fiebre, dolor de garganta, ataques de tos en medio de la noche… No he sido capaz de leer ni de escribir nada en varios días, hasta que me he topado hoy con una noticia que ha surtido en mí el efecto de una inyección de energía. ¿Qué inyección? ¡Un supositorio gigante que ha estremecido mis carnes! Matadero Madrid va a acoger de manera permanente la colección de arte de una millonaria italiana (http://cultura.elpais.com/cultura/2016/02/28/actualidad/1456687591_174041.html). Gallardón debe estar disfrutando del mejor orgasmo de su vida en estos momentos, porque no ha sido su sucesora, Ana Botella, sino el bando contrario, Manuela Carmena, quien ha encontrado la manera de dar sentido (neoliberal) al modelo de ciudad e instituciones (neoliberales) que él soñó. Matadero nació como un cascarón vacío. Recuerdo muy bien la inauguración, con renders 3D, catering para varios miles de personas y batucada multicultural. Pero en realidad no había nada, sólo humo. Gallardón era un gran vendedor de aire.

Luego, nadie ha sabido qué hacer con ese monstruo de 85.000 metros cuadrados (edificados), que aún requiere inversiones millonarias. Era una dotación que respondía a un proyecto urbano que se frustró con la crisis: un gran Madrid, quizás con 10 ó 12 millones de habitantes, que escalase de la categoría beta a la alfa dentro de la red de ciudades globales. Hay mucho dinero implicado en ese simple cambio de categoría. Hoy en día los países no importan mucho, son las ciudades globales las que dominan el mundo. Y Madrid estuvo cerca, con sus multinacionales (casi todas empresas públicas privatizadas por Aznar), algunos organismos internacionales, pocos, IFEMA, buenos museos, una gastronomía en alza… Pero faltaba base fiscal y de consumo. Aquí faltaba gente, porque en una ciudad de menos de tres millones de habitantes, y otros tantos en su área metropolitana, no se generan los recursos necesarios.

Matadero se insertaba en esta lógica de la ciudad alfa. Gallardón, que en los ocho años que estuvo al frente de la Comunidad de Madrid (1995-2003) no realizó inversiones significativas en dotaciones culturales, dio un giro radical a su estrategia al llegar al Ayuntamiento. A lo largo de dos mandatos (fue elegido tres veces, pero en 2011 renunció para ser ministro de Justicia) inauguró 155.000 metros cuadrados, dentro de los cuales están  incluidos Matadero, CentroCentro, Circo Price, la rehabilitación completa del Conde Duque y Medialab.

Esto no se cuestionó en ningún programa de las pasadas elecciones locales. En Ahora Madrid (ver entrevista con Guillermo Zapata http://antimuseo.blogspot.com.es/2015/04/entrevista-ahora-madrid.html), ni siquiera habían pensado en el tema. No habían previsto que iban a recibir una ciudad con un exceso de recintos culturales, la mayoría sin recursos para funcionar y sobre todo sin un proyecto museológico. Es decir, tenemos las dotaciones, pero no sabemos para qué sirven. Quizás pensaban que todo se convertiría en Patio Maravillas. Matadero además no es una institución cultural, como entenderíamos normalmente un museo. Es una propiedad de Madrid Destino a la que se pueden dar distintos usos. Algo muy postmoderno y flexible.

A mí nunca me ha gustado, no es un secreto, empezando por el nombre, porque creo que llamar Matadero a una institución de este tipo determina lecturas específicas sobre la cultura, en las que el choque semántico entre la amenaza implícita de la palabra Matadero, por un lado, y la esperanza inscrita en la noción de cultura, por el otro, se resuelve por medio del humor: es un sitio para hacer el payaso. Aquí no vengas a hablar de la muerte, porque este lugar se llama Matadero.

La cuestión es que con la colección de Patrizia Sandretto Re Rebaudengo, Matadero se consolida como el espacio de arte contemporáneo de la ciudad de Madrid, del Ayuntamiento, pero al mismo tiempo se da un paso más en la destrucción de cualquier relato coherente sobre lo contemporáneo en nuestra ciudad, así como en la erosión de una cultura crítica local, que se suplanta por una cultura mainstream que aunque quizás hable de cosas muy interesantes, es posible que calle las que más nos podrían importar a nosotros, los madrileños.


Lo voy a explicar de otra manera: en Madrid no hay MACBA. Ni el Ayuntamiento ni la Comunidad han sido capaces de generar una institución, un museo y centro de arte, que desarrolle ese relato al que antes aludía: el de nuestro arte contemporáneo. Ni mucho menos de coordinarse para algo así, claro. No se ha creado un espacio teórico e historiográfico que articule un debate serio sobre el arte madrileño, sino que se han ido superponiendo ejercicios de modernidad en estado puro, capa sobre capa, hasta convertirnos en la ciudad artísticamente más imbécil del planeta.

Hay dos fenómenos que han facilitado este vacío intelectual: ARCO y la falacia de que Madrid es lo mismo que España. Cuando escribí la serie de artículos semanales del año pasado, el último iba a ser “Reformar o Cerrar, ante el colapso de las instituciones culturales madrileñas”. No llegué a terminarlo, pero en mis notas reflexionaba sobre ambos fenómenos:

    1.    La feria ARCO, un proyecto de Estado impulsado por el gobierno de Felipe González en 1982, ha funcionado como un sucedáneo del tejido institucional que Madrid necesita. Su titular es IFEMA, es decir, es propiedad del Ayuntamiento y la CAM conjuntamente, y para los políticos madrileños ha sido la solución para disponer, sin coste ni esfuerzo intelectual, de un proyecto cultural y modernizador que ellos no habrían sabido hacer. Pero ARCO no es un museo, no es una institución cultural, es una feria, y su funcionamiento institucionalizado (bienalizado en la jerga al uso) es una anomalía. Ahora tenemos toda una semana del arte, con seis o siete ferias, que produce una excitación compulsiva parecida a la de las rebajas. Ése es un rasgo que identifica el consumismo más exacerbado. Imagino que debemos considerarlo un éxito.

    2.    Se ha identificado el arte madrileño con el arte español, y se ha sobrentendido que el Reina Sofía cumple ya la función de un Museo de Arte Contemporáneo de Madrid. Pero Madrid no es España, y su arte y la historia de su arte no se identifican con el arte y la historia del arte del Estado Español considerado en su conjunto, ni de las demás comunidades autónomas por separado. Durante las décadas de los 80 y los 90 los artistas de Madrid no tuvimos instituciones públicas dedicadas al arte madrileño. A partir del 2000, como ya he indicado, hubo una especie de big bang institucional, pero sigue sin existir un centro que tenga como principal cometido crear un relato histórico del arte de Madrid. Como consecuencia de ello no se ha formado una colección que explique la recepción de la modernidad (modernism) en Madrid y sus relecturas en los años 30, 40, 50, 60, 70, 80… Es muy difícil encontrar algo sobre las relaciones de arte y política en la Transición, hay una pérdida ya irreparable de archivos, no se fomenta la creación, etc.

Ésta es una situación insólita en nuestro entorno, la Unión Europea. Y no sé qué es lo que  me llama más la atención: si la prepotencia palurda de nuestros dirigentes o la sumisión idiotizada de la comunidad artística a una situación de la que sólo pueden resultar daños.

Aquí se hacen cosas sin sentido, una detrás de otra. Se gastan millones de euros en “políticas culturales” que no producen sentido para la sociedad. Sino todo lo contrario, nos privan del sentido, nos frustran el potencial de conocimiento que hay en el arte y en la cultura.


Entiendo que la decisión de colocar en Matadero la colección de esta señora, que por lo demás está divina de la muerte con sus collares, es una cacicada de la alcaldesa, que habrá pensado, como antes otros, que con esto sí que nos ponemos modernos, pero modernos-modernos. Manuela, como Paco Martínez Soria en "El turismo es una gran invento", acaba de dar con el artilugio que nos estaba haciendo falta.

La principessa estará feliz, porque ha comprado arte de manera compulsiva durante dos décadas largas, más de 2000 piezas de todas las estrellas y estrellitas de los 90 en adelante, y puede que con la crisis tenga algunos problemas para pagar los costes, nada accesibles, del mantenimiento de su colección. No sufra, principessa, que se los pagamos los madrileños.

Pero lo que pagamos los madrileños, sobre todo, es esa falta de sentido, el vaciamiento de nuestra historia, de las identidades. Las capas de modernidad trasnochada que han querido aplicar como un barniz sobre el paletismo casposo de este pueblote.


La decisión de Manuela Carmena marca un antes y un después. En primer lugar porque contradice todo el discurso sobre cultura que se ha generado en la llamada nueva izquierda. Poner nuestros recursos a disposición de una aristócrata italiana es justo lo contrario al cacareado procomún. Las estrategias de cesión de locales a los (ex)okupas, los huertos urbanos, toda la panoplia de la “otra cultura”, no es éste el sitio para discutirla, se convierten en productos de un catálogo cultural donde también cabe la aristócrata italiana. Es decir, formas de ocio, atractivos turísticos que se complementan. Rutas que los guiris harán en autobuses panorámicos. Al final en Madrid todo es bar, y Gramsci me parece un buen nombre para un antro.

No es de extrañar que en la nota de El País citen a Luis Cueto, presidente de Ifema y coordinador del Ayuntamiento, y no a Celia Mayer, Concejal de Cultura, o a Santiago Eraso, Director de Contenidos de Madrid Destino y responsable directo de Matadero. Imagino que se acostumbrarán a vivir en la contradicción, pero a la larga las contradicciones explotan. Hace menos de un mes hablaba del colapso del discurso cultural del Ayuntamiento y resulta que en realidad nunca lo hubo, que seguimos en lo de siempre.

TRASLADO

Este blog se ha trasladado a antimuseo.org , donde seguiremos publicando textos sobre los conflictos entre la creación y la institución en l...