ANTIMUSEO os invita a iniciar un proceso colectivo de investigación, debate y propuesta de políticas culturales para el arte en y de Madrid.



Viernes 5 / junio a las 17:00h en MediaLab Prado
C/. Alameda 15, 28014 Madrid


Tras la publicación de una serie de 18 textos sobre la situación del arte en Madrid, que incluyen artículos, entrevistas y una valoración de los programas de los partidos de izquierda del 24M, Tomás Ruiz-Rivas presentará, en el marco colaborativo de los encuentros de Brumaria en Medialab Prado, las primeras conclusiones de este proyecto.



El objetivo de la presentación es detonar un proceso de investigación, debate y propuesta sobre las políticas culturales para el arte contemporáneo en y de Madrid, donde artistas, colectivos y agentes independientes no empresariales ni institucionales definamos el marco de una gran reforma institucional, reforma abiertamente escrutadora y no oficialista.



Organizarnos, pensar juntos, elaborar y redactar un documento con ideas nuevas sobre lo que nosotros conocemos es la mejor manera en que podemos contribuir al cambio regenerador en nuestra ciudad y en nuestra Comunidad Autónoma.




http://www.brumaria.net/news/pensar-lo-impensable-medialab/


Las artes visuales en los programas del 24M

“Políticas culturales” es un término que provoca ecos sombríos en mi memoria. Una resonancia triste: la de las oportunidades perdidas; las energías dilapidadas; el cambio que tantas veces hemos visto próximo y siempre se desvanece.

“Políticas culturales” es también el debate eternamente pendiente en nuestro pequeño mundo, el del arte, donde se especula tanto sobre arte político pero se calla tantísimo de la gestión de los recursos públicos, que en realidad son los únicos que tenemos.

“Políticas culturales”: el no-lugar, la zona muerta. Deberían ser la palanca que trae a la luz los conflictos soterrados, que los pone sobre la mesa. O mejor, que los sube al ring y hace sonar la campana para que empiece el combate. Pero esa palanca que debería mover la sociedad se convierte en cuchara, una veces chiquita, cucharilla, y otras enorme, cucharón, que va derecha al cazo de las instituciones. Cada cual saca lo que puede, y se te toca tropezón, mejor.

La lectura de los programas con que los partidos de izquierda compiten por nuestros votos el 24 de mayo no sólo confirma, sino intensifica mi desasosiego. Los errores se perpetúan y las pocas innovaciones que algunos se atreven a esbozar son abiertamente destructivas. El arte de Madrid va a poder salvar muy poco de este previsible naufragio. Hace treinta años, cuando todo se hacía mal o peor, nadie quería asumir el rol de pájaro de mal agüero y predecir la debacle en que nos encontramos. De aquellos polvos estos lodos. Treinta años perdidos. Ahora nos enfrentamos a otros 30 más, a la repetición cansina del “Se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi”, donde bailarán los cargos, se reorganizarán presupuestos, se promoverán algunos espacios en detrimento de otros, pero nada en el arte cambiará. Perdón por la divagación. Pasemos a lo que ocupa este artículo: el análisis de las propuestas relacionadas con la creación artística en estos programas. No me voy a remitir a  las entrevistas que publiqué las semanas anteriores, que quizás dan una idea mucho más clara de por donde va realmente cada partido, sólo a la letra impresa. Advertencia: esto es mucho peor de lo que esperábamos ninguno.


1º AHORA MADRID

Ahora Madrid es una formación “instrumental”, así le dicen en la prensa, que reúne fuerzas de Ganemos, Podemos, algunos veteranos de IU y otras agrupaciones del movimiento municipalista. Se presenta sólo al Ayuntamiento de Madrid.

El programa, que es muy minucioso, apenas presta atención a la cultura. Aparece como el apartado 3.4.2 - Democratización de la cultura - de la sección 3.4 - Mejorar la calidad de vida, reconociendo la diversidad de la población de Madrid - en el área 3 - Derechos sociales e inclusión social.

El primer punto es bueno: crear una Concejalía de Cultura (…) con “presupuesto suficiente”. ¿Lo dirán en serio? ¿Presupuesto suficiente para cultura, en una ciudad con una deuda de 7.000 millones euros y dotaciones descomunales que nadie quiere cerrar?

Los otros cinco puntos son muy generales y su aplicación queda totalmente abierta a la imaginación del concejal correspondiente. El acento está sobre todo en la participación, hay una sola alusión al arte ( e- Recuperar el uso de la calle y los espacios verdes para la creación de un arte independiente), que nos deja con la duda de qué será un arte independiente. Hasta ahora llamábamos independientes a las iniciativas que se hacían al margen o sobre todo en contra de las instituciones. Hablar de arte en la calle en vez de plantearlo dentro de un debate más amplio sobre el espacio público me parece en cualquier caso una simplificación, corren el riesgo de acabar definiéndolo como Ana Botella en el PECAM: lo que está entre las casas. Pero es muy posible que se refieran sólo al graffiti. No hay propuestas relativas a un sistema de apoyo o estímulo a la creación experimental.

Por la falta de concreción del programa resulta muy difícil ir más allá en este análisis, pero el que no se propongan una transformación profunda de las políticas culturales que hemos sufrido en los últimos 25 años, recordemos que Álvarez del Manzano ganó las elecciones en 1991, los retrata de alguna manera. Su proyecto acabará naufragando en el plano simbólico, el de la cultura, que ha sido tradicionalmente donde la izquierda ha mantenido su hegemonía, y detrás de eso irá sin duda todo lo demás.

https://conoce.ahoramadrid.org/wp-content/uploads/2015/04/AHORAMADRID_Programa_Municipales_2015.pdf


2º PSOE

A) Comunidad de Madrid

La Cultura y el Arte disponen de un capítulo propio en el extenso programa del PSOE para la Comunidad de Madrid. Éste se divide a su vez en dos secciones, 4.1.- Un acuerdo por la cultura y 4.2.- Deporte. No acabo de entender que hace el deporte ahí, pero siguiendo con lo nuestro, la sección 4.1 tiene a su vez tres apartados: La cultura como motor de desarrollo económico, La cultura como derecho y Un nuevo modelo de protección del patrimonio cultural.

No hace falta decir que huele a viejuno. La idea de un equilibrio entre el modelo neoliberal de las industrias culturales y el socialdemócrata de las políticas públicas ha fracasado estrepitosamente, y no sólo ha fracasado en la pretensión de alcanzar un equilibrio entre estos dos polos, sino que ambos modelos por separado están en quiebra.

El PSOE parece intuir que la nueva política debe ser participativa, pero no consigue desprenderse de los viejos tics de la tradición estatista que heredó de las socialdemocracias europeas. En consecuencia su programa incorpora ideas tan peregrinas como desarrollar un circuito de charlas sobre la muy discutible base de ARCO.

Ya que he empezado por el final, seguiré con el apartado 4.1.2.- La cultura como derecho, donde se incluyen además otras ideas muy discutibles o para mí difíciles de entender:

Está previsto un plan autonómico de apoyo, pero se dirige entidades públicas como bibliotecas, museos, centros culturales, teatros… Por lo que entiendo la Comunidad brindará apoyo a las instituciones municipales amenazadas de cierre, pero no a la sociedad civil, que ya cerró años atrás. ¿Dónde nos deja eso? Para empezar en manos de alcaldes y concejales cuyos conocimientos de arte son cuestionables, y por supuesto sujetos al ámbito institucional. La cultura necesita libertad en la misma medida que recursos, y los ediles han sido siempre el ariete institucional contra las expresiones más experimentales.

También implementarán más recursos para los museos de su titularidad:  “CA2M, Museo Arqueológico Regional, Museo Picasso de Buitrago, Casa de Cervantes, entre otros.” Creo que antes de aumentar los recursos habría que estudiar bien qué función están cumpliendo los centros de arte, y si realmente un mayor presupuesto supone una mejora, o sólo una operación de engorde. El tejido institucional del arte madrileño necesita una reforma desde los cimientos, y por desgracia ningún partido le ha dado la menor importancia. Los viejos errores del PP seguirán surtiendo efecto sobre nosotros.

Este punto no lo entiendo: “Potenciaremos las redes de asociaciones y artistas, con especial atención a las asociaciones de mujeres, que ponen en valor la participación social en las disciplinas artísticas, teatrales, plásticas o de otros lenguajes artísticos. En este sentido, apoyaremos a los colectivos que surjan en las escuelas musicales, de danza, teatrales o plásticas como referente colectivo de extensión cultural.” Lo lees la primera vez y parece que dice que van a apoyar a las asociaciones culturales, pero en una segunda lectura descubres que hablan de potenciar redes (más terminología viejuna), de poner en valor la participación social en las disciplinas artísticas (?), y al final, de apoyar a colectivos que no existen, que no sabemos si van a existir, ni siquiera si es necesario que existan, pero que nos remite al las clásicas estrategias de “inventar” una escena de arte joven que dé el pego, que dé un poco de color a la ciudad, aunque sea a costa de las carreras de los artistas jóvenes implicados. Bueno, como en cualquier caso no tienen ningún futuro no importa demasiado que los manipulen. Pero el habitual dirigismo político asoma su cabeza por aquí.

Más abajo:  “Haremos cesiones de espacio para la creación cultural colectiva a las entidades que promuevan esta actividad.” Otra vez me he perdido: ¿a qué se refieren con creación cultural colectiva? En las artes visuales, ¿se refiere a los colectivos de artistas, a exposiciones colectivas, al arte de participación? ¿O las artes visuales no se beneficiarán de la cesión de espacios?

En lo positivo, un gran esfuerzo en la educación: “Fomentaremos el acceso a la cultura desde edades tempranas, asegurando la presencia de las enseñanzas artísticas, creativas y culturales en el sistema educativo; enseñanzas que incorporarán la perspectiva de género.” Y también la presencia en todos los puntos de la perspectiva y la equidad de género.

Pero da un poco de miedo que se planteen la posibilidad de crear un “Instituto Universitario de las Artes a partir de las escuelas superiores de enseñanzas artísticas”. Yo estudié Bellas Artes en la Complutense, y lo único que puedo recomendar es la clausura urgente de esa facultad. No conozco otras escuelas superiores de arte en Madrid, salvo en la Universidad Europea, que es privada. Quizás el objetivo de un Instituto Universitario de las Artes sea acabar con la enseñanza de las artes visuales de una vez por todas, y visto así no me parece tan mal.

Avanzando hacia atrás, qué buen slogan para el PP, en el punto 4.1.1.- La cultura como motor de desarrollo económico, el programa cae en todas las vaguedades y contradicciones que se puede esperar, al menos en lo que se refiere a las artes visuales. La única cosa buena que ha traído la crisis es acabar con la expresión “empredizaje” cultural, que además de denotar la falta de cultura de quien la usa, no ha servido para nada. Los “emprendimientos” culturales en general han sobrevivido pocos años y a base de ayudas públicas. No voy a profundizar en esto, pero viene al pelo una cita de Luis Camnitzer: “el fraude está en la consideración disciplinaria del arte, que lo define como un medio de producción.”

Yo entiendo que es necesaria la reforma del IRPF y la Seguridad Social para los artistas, y espero que el próximo gobierno de España lo haga. Pero la realidad del arte contemporáneo es que prácticamente ninguno de nosotros vive de la creación. Algunos vamos tirando con la gestión y la mayoría viven de la enseñanza, el diseño o de profesiones u oficios que no tienen nada que ver con el arte. Hablar de mejoras laborales es ridículo. Los artistas necesitamos un sistema de apoyo a la creación, no “una nueva regulación de las condiciones sociolaborales para los creadores, artistas y trabajadores de la cultura”. Por cierto, la situación de los artistas, en teoría, no es laboral. No son trabajadores a sueldo, no están contratados por nadie.

Las ayudas y estímulos se enfocan por supuesto a las llamadas industrias culturales, en nuestro caso las galerías de arte y las productoras tipo Urroz Proyectos. Como dije en el artículo Pagar el arte 1, en España las subvenciones son para los empresarios que explotan el arte, no para los creadores. Se mantiene el esquema de clases, donde el artista ocupa el lugar del proletario y/o del lumpen, salvo que suele ser el único que no cobra.

Lo demás tiene poco que ver con el arte, salvo cuando dicen: “Impulsaremos, con recursos propios, la internacionalización de las empresas culturales madrileñas.” Les auguro grandes éxitos y satisfacciones en esta labor. Me parece extraordinario que dejen de pensar en impulsar internacionalmente la creación en sus diferentes facetas, y se inclinen por meter dinero a las empresas, que por otra parte no se sabe bien qué van a hacer en el extranjero. Lo bueno de esta estrategia es que las galerías de arte podrían ir a ferias internacionales con artistas extranjeros, y así ellos ganarían un dinerito y nosotros tendríamos la oportunidad de explorar otros nichos de “emprendizaje”, como la limpieza de parabrisas en los semáforos.

La sección 4.1 se abre con una propuesta, bajo el título general de Un acuerdo por la cultura, que plantea una de las ideas más prudentes del programa: “Abriremos un proceso de diálogo para elaborar un diagnóstico compartido con el sector que permita establecer un Acuerdo Madrileño por la Cultura  en materia de colaboración público-privada, de estímulo a la producción, de las condiciones sociolaborales de artistas y creadores, del acceso de toda la ciudadanía y de la protección del patrimonio.”

Este diálogo es fundamental, y debe articularse por sectores. El peso del mundo del espectáculo suele ser abrumador en las relaciones sociedad civil / instituciones públicas, dado su tamaño económico y su enorme proyección pública. Las artes visuales necesitan formatos propios para esta interlocución, pero no cabe duda que también depende de nosotros que se den las condiciones adecuadas.

http://www.solucionesjustas.es/material/programa/ProgramaElectoral.pdf

B) Ayuntamiento de Madrid

En el programa para el Ayuntamiento el PSOE empieza con mal pie: La cultura, el motor de nuestra prosperidad. El espectáculo, la gastronomía, el comercio, el turismo, todos ellos sectores económicos atravesados por la cultura, pueden ser motores de prosperidad. El desarrollo de una conciencia crítica, no. Es necesario, pero es otra cosa. La introducción habla de crear una Mesa de Ciudadanía de las Artes, que yo, visto lo que sigue, imagino como una mesa de disección con su drenaje para la sangre de los artistas - a Cocteau le gustaría - que se ocupará entre otras cosas de buscar salidas profesionales para los creadores. Pero los creadores madrileños sólo tienen un salida: el aeropuerto de Barajas.

El primer capítulo es una trasnochada loa a las industrias culturales, donde se repite la propuesta de dar dinero a las empresas, porque los creadores ya estarán camino del aeropuerto y ni aunque quieran los van a poder apoyar. Además no está demostrado que las industrias culturales necesiten ni creadores, ni cultura. Mientras reciban dinero público pueden prescindir perfectamente de ambos. No voy a entrar en detalles.

Y lo peor de todo, recordemos que estamos en el apartado de cultura como derecho, es que amenazan con la vuelta de la Noche en Blanco. ¿Quién habrá asesorado al candidato?

La sección dedicada a la cultura como derecho no es más que una estrategia bastante tosca de formación de públicos, o más exactamente, de audiencias. Mal, fatal.

Para rematar hay una sección titulada Madrid, espacio público abierto para la cultura. Es una mezcolanza al estilo del PECAM, donde se habla de espectáculos en plazas, narración oral para niños en bibliotecas, entradas reducidas para ancianos…

Pero lo más asombroso es el proyecto estrella: El Palacio del Español. No he entrevistado a ningún representante del PSOE para el Ayuntamiento, por lo que no pude hacer la pregunta de si cerrarán Matadero y CentroCentro para entregar sus recursos a los creadores. Pero aquí tenemos la respuesta: más Matadero, como decía una de las lamentables campañas de este centro. El Palacio del Español es un centro dedicado a nuestra lengua y literatura, que se ubicará, si nadie lo impide, en el antiguo mercado de frutas y verduras de Legazpi. 30.000 m2. Podría hacer varios comentarios chistosos al respecto, pero me voy a limitar a recordar una anécdota, que vale un poco para todo lo anterior: cuando Roberto Bolaño y su mujer se instalaron en Blanes, hacia 1985, mucho antes de que le llegase el éxito, vivían en un cuartito interior de la tienda que su madre tenía en esta playa. Bolaño sacaba algún dinero en verano con un puesto de baratijas que montaba en la puerta del establecimiento. Estas son nuestras industrias culturales, estos son nuestros palacios del español.

http://antoniomiguelcarmona.es/images/pdf/programa_electoral.pdf


3º PODEMOS

Podemos se ha atrevido a presentar un programa completo para la cultura en la Comunidad de Madrid. 26 páginas, que no se corresponden con el documento general de 11 páginas que tienen colgado en su WEB, a las que se puede aplicar aquello de que por la boca muere el pez: a más páginas, más patinazos.

Las declaraciones generales de la introducción están bien, pero cuando las políticas se empiezan a concretar en medidas concretas el programa se tuerce. Para empezar hay una proliferación de organismos escasamente útiles, pero que requieren directores, subdirectores, jefes de sección, asesores, dotaciones materiales y técnicas, contratas, etc. Por ejemplo, la Escuela de Espectadores de la Comunidad de Madrid. El objetivo principal es muy loable: “impulsar y poner en marcha servicios y departamentos educativos específicos e interdisciplinares”, pero me preocupa que “a través de sus especialistas, difundirá contenidos de apreciación artística” (el subrayado es mío). Es decir, la crítica de arte se va a realizar desde la institución, una idea que sólo ha podido salir de una mente desestructurada y monjil. Además “podrá desarrollar proyectos en un circuito propio”. Esto se complementa bien con lo anterior, porque siendo ellos mismos quienes evalúan sus propios proyectos el éxito está garantizado. Por supuesto no se aclara cuáles son esos circuitos propios. La EDECAM es un instrumento de intervención política en la cultura, que sólo puede producir un mayor empobrecimiento del panorama que ya estamos sufriendo.

Otro organismo de fantasía es la PLACA/m, Plataforma de Cultura Abierta de la Comunidad de Madrid. Servirá “para unificar en un único sitio web público y abierto los contenidos de cultura y creación libres de derechos”. Como es tan caro y tan difícil abrir un blog, tener una cuenta de Mega, Youtube, Vimeo, Flickr, Instagram, Facebook, etc., lo mejor es crear un organismo público con más directores, subdirectores, jefes de sección, contratas etc. para ofrecer a los madrileños un acceso al complejo mundo de la publicación online. Eso sí, el que pille la contrata para desarrollar la plataforma se va a poner las botas.

Por supuesto habrá un Consejo y un Observatorio de la cultura, lo cual creo necesario. Soy un firme defensor de la creación de un consejo de las artes, entre otros, pero creo que la iniciativa debería estar en la sociedad civil. Un órgano controlado por el gobierno acabará siendo tan inútil como el que ya existe.

Uno de los cometidos del Consejo es la creación de un “Sello de garantía de calidad cultural”. Es muy útil, porque como la mayoría de los madrileños somos un poco tontos, con el sello sabremos si lo que estamos viendo es bueno o es una bazofia. Lo mejor es que se entregará “a través de criterios establecidos de manera objetiva.” En realidad el sello no mide sólo la calidad de la oferta cultural, también evalúa cosas como la dignidad laboral o “la generación de riqueza patrimonial, social, económica y cultural”, entre otras que me pueden parecer más razonables. El fantasma de la industria creativa, que es uno de los grandes éxitos del neoliberalismo, flota en todo el programa, que se ha hecho más orientado al mundo del espectáculo y las artes escénicas que a las artes visuales u otras formas de expresión que no se adaptan tan bien al esquema empresarial, las de rendimiento económico que tiende a 0.

Este fantasma aparece con más claridad en el siguiente capítulo, Sostenibilidad del sector cultural, donde se da una de cal y otra de arena: “Sería inútil defender la cultura como derecho y bien común, sin garantizar, al mismo tiempo, su sostenibilidad como sector económico y productivo.” Como el PSOE, Podemos se ha estancado en la vieja dicotomía de la cultura como derecho o como negocio, sin acertar a desarrollar un modelo que nos saque del atolladero. Cambiar las fétidas expresiones “industrias culturales” o “emprendizajes creativos” por  autónomos, PYMES y cooperativas, que son las formas legales de esas industrias, no es suficiente para que surja de la nada un modelo postneolibreal. Las cosas no son tan fáciles y los errores se pagan.

Todo el plan de sostenibilidad está tocado por este equilibrio imposible y por las ganas de no decir industrias creativas cuando se está hablando de creación de empleo, créditos, inversiones y bonificaciones fiscales.

En uno de los puntos se habla de “la creación de un Fondo Mixto para la Inversión en Cultura con objeto de hacer efectiva la inversión del 1% cultural en promoción del arte actual.” Que el famoso 1% sirva para algo sería fantástico, pero no estoy seguro de que se pueda gestionar desde una autonomía, porque se establece en la Ley del Patrimonio, que es estatal. Tampoco está muy claro como sería su aplicación, que hoy por hoy está enfocada sobre todo a la conservación del patrimonio.

El capítulo dedicado a las artes visuales no tiene desperdicio. El primer patinazo es cuando hablan de la precariedad laboral de los artistas, un error que también comete el PSOE. Los artistas no están sujetos a una relación laboral, no son trabajadores, no se pueden sindicar, y además, como ya he señalado más arriba, no creo que en Madrid vivan de la venta de obra (que es lo que tradicionalmente se entiende como actividad profesional del artista) ni el 1% de los creadores en activo. La mayoría hacemos otras cosas y no dejamos de ser artistas.

Hablan de la autonomía de los museos y centros dependientes de la Comunidad de Madrid. No hay reforma, no hay un replanteamiento del tejido institucional que ha creado el Partido Popular desde que Gallardón ganó las elecciones en junio de 1995. Lo que hizo el PP está bien, por lo visto, y no hace falta meterse en líos para diseñar un tejido más racional, efectivo y que realmente sirva para el desarrollo de las artes visuales. Al final todo quedará en cambiar los directores.

En el siguiente punto anuncia el “Fomento de proyectos artísticos que impliquen innovación social, fines educativos y retorno social”. Es decir, la Comunidad no va a fomentar ni la innovación artística, ni la creación crítica. No se plantea la valoración de la trayectoria del artista, ni hay referencias a la calidad, excelencia, experimentación, o cualquier otro criterio que pueda justificar el uso de recursos públicos. Tendremos un arte de “buen rollito”, que es a lo que se ha reducido el arte de participación de los años 70 en la actual la versión cañí que venimos aguantando los últimos años. Un arte donde no caben ni Santiago Sierra, ni Isidoro Valcárcel Medina, ni los Torreznos, ni Democracia, ni prácticamente nadie que se esté dedicando al arte en Madrid ahora mismo. Que una administración pública establezca un lenguaje artístico oficial es terriblemente grave. Lo bueno es que como tienen la pasta pueden inventar otros artistas que se adapten mejor al discurso.

Para no extenderme demasiado, voy a lo más gordo: “Se facilitarán ayudas e incentivos empresariales a las galerías de arte.” El programa de Podemos no habla en ningún momento de un sistema de apoyo a la creación en el ámbito de las artes visuales (sí lo hace en literatura), pero en la mejor tradición neoliberal va a dar dinero contante y sonante a las galerías. Va casi en la letra pequeña, en un apartado dedicado al Fomento del coleccionismo, y nos la meten hasta el fondo.

Un punto que quiero destacar es que la Consejería de Cultura y Comunicación mete a Telemadrid en el mismo saco que la cultura. Es decir, de la misma manera que ahora tenemos una Consejería de Empleo, Turismo y Cultura, la nueva Consejería incluiría Cultura y el ente público RTVM, que comprende la mencionada TeleMadrid con la Otra, la HD y la Sat, más la cadena de FM Ondamadrid. El programa no da muchos detalles de este matrimonio forzado, que no veo fácil porque se trata de una empresa pública, y muy endeudada por cierto, pero lo que puedo intuir es que Telemadrid succionaría todos los recursos que corresponden a la cultura y podría dejar el resto del programa en papel mojado.

https://cmadrid.podemos.info/wp-content/uploads/sites/2/2015/05/cultura-madrid.pdf


4º IZQUIERDA UNIDA

A) Ayuntamiento de Madrid

Para IU, como para Ahora Madrid, la cultura no es una prioridad. La izquierda tradicional no da mucho crédito a la cultura, y es que la relación entre el marxismo y la cultura siempre ha sido tormentosa. Creo que es un error, porque como dice Zizek con cierta sorna, quizás sin Matrix no haya realidad. Sin embargo, y para mi sorpresa, las pocas líneas que le dedican tanto en el programa para la Comunidad como en el del Ayuntamiento son las únicas entre todos los programas que dan su espacio a los creadores.

En el programa para el Ayuntamiento de Madrid la cultura ocupa el primer título de la sección A.4.- Un Madrid abierto a la cultura popular y al deporte para todas y todos, dentro del primer capítulo: A.- Desarrollo económico, social y humano.

Los puntos que me han llamado la atención son, en los compromisos: “Recuperar la acción planificada e impulsar la actividad artística, intelectual y creativa realizada con total libertad para que los creadores puedan ejercer su función.” Y como una de las propuestas: “Apoyo a la creación artística.” El resto es correcto aunque muy poco detallado. Insisten mucho en la participación. Sus propuestas incluyen un observatorio y además un Instituto Municipal de la Cultura con el cometido específico de frenar la privatización de las dotaciones culturales. Otra cosa importante es que plantean una redefinición de la empresa pública de cultura, ahora Madrid Destino, algo que Ahora Madrid y el PSOE han pasado por alto, y el desarrollo de un plan estratégico.

El resto es más o menos lo de siempre: cesión de espacios, buenas prácticas, transparencia…

http://www.iucm.org/images/stories/documentos/decalogo_3.pdf

B) Comunidad de Madrid

El programa para la Comunidad dedica sólo una página a la cultura, sección C11.- Arte y cultura, dentro del largo capítulo C.- Nuevo modelo de sociedad basado en el bienestar. Son 12 puntos de los que sólo voy a citar uno: “Plan de apoyo a la creación artística experimental, tanto en formato de nuevos espacios autogestionados, como en el caso de artistas y/o colectivos que contemplen estas iniciativas.”

Me parece increíble que por fin alguien haya comprendido que es la creación artística experimental la que necesita un plan de apoyo, precisamente porque por su carácter experimental no busca la rentabilidad, ni el reconocimiento, ni siquiera la aceptación de la mayoría de la sociedad. Hacer cultura es detonar conflictos, es incomodar, es cuestionar lo que está bien. El arte sólo se puede hacer contra el poder, en rebeldía. La insistencia en un arte colaborativo, que involucre a la sociedad en los procesos creativos, es una forma blanda de censura cuando deja de ser la elección libre de un artista y se convierte en directriz institucional. Sólo hay que ver lo que hacen en Intermediae: mientras unos remueven la tierra para recuperar cadáveres, otros plantan jardines.

http://www.iucm.org/images/stories/documentos/programa_autonomico_2015.pdf


Antes de acabar, una nota importante: ningún programa habla de los retos que la era digital plantea a la cultura. Hay un desfase extraordinario entre el día a día de todos nosotros, que gestionamos páginas WEB, blogs, cuentas en redes sociales variadas, que publicamos libros, vídeos y música en las correspondientes plataformas, y que tenemos en la WEB nuestra principal herramienta de investigación y aprendizaje continuo, con el analfabetismo digital que denotan los programas. Y quiero hacer notar también, ya que se ha hablado mucho de industrias culturales, que las restricciones y costes que nos imponen tanto la Hacienda pública española como las incomprensible normativas de la Unión Europea, que están pensados para proteger la supremacía de las grandes empresas, son lo que en realidad está impidiendo el despegue de nuevas formas de negocio en la cultura.


EPÍLOGO

Yo nunca había leído un programa político, lo reconozco. Votamos por fidelidad al partido, por empatía con los líderes, por estética, incluso por rabia. O no votamos casi por las mismas razones. Todos sabemos además que los programas tiene poco que ver con la realidad, que está sujeta a la limitación de los recursos, a las negociaciones políticas y a las presiones de las redes clientelares que reclaman lo suyo.

Este es el último texto de la serie, pero no del proyecto que empecé hace seis meses. Dejaré de bombardearos cada semana con una parrafada excesiva, y a cambio el día cinco de junio, en Medialab y con la colaboración de Brumaria, iniciaré un debate a partir del cual me gustaría redactar, colectivamente, un documento detallado sobre las políticas culturales en Madrid, ciudad y autonomía, que incluya propuestas concretas. Las jornadas se llaman Pensar lo impensable: encuentros sobre las relaciones arte/política/estética/psicoanálsis, y aunque seguramente Darío Corbeira ha pensado el título con otro sentido, estáis todos invitados a eso, a venir a pensar lo imposible: unas buenas políticas para el arte en Madrid. Para entonces ya sabremos quien va a gobernar y tal vez algunos de nosotros estarán haciendo las maletas. Los partidos se someterán a la lógica del poder, a los pactos, a los equilibrios entre lo urgente y lo importante, y los ciudadanos quedaremos de nuevo a la intemperie. Pero la previsible debilidad del gobierno y ayuntamiento que nos toquen va a facilitar un diálogo que no hemos conocido hace muchos años. Aprovechémoslo para mejorar un poco las cosas, al menos en la reducida esfera de nuestras competencias. Yo en todo caso me quedo aquí, porque pasados los cincuenta se tiene otra perspectiva de las cosas y me interesa más ser testigo de la historia de mi ciudad que salvar el pellejo artístico, por así decir. Y porque a mí, como a Monna Bell, me gusta Madrid.

Entrevista: Izquierda Unida

¿Podrías presentarte brevemente?

Soy Julián Sánchez, voy en el número dos de la candidatura de Izquierda Unida al Ayuntamiento de Madrid. Soy licenciado en Ciencias Ambientales y estuve y estuve siguiendo un programa de doctorado en el departamento de Geografía de la Universidad Autónoma, centrado en cuestiones de ordenación del territorio, paisaje y medio ambiente.

Ahora estoy en proceso de aprendizaje en los temas culturales, me interesa mucho, y fundamentalmente en lo que se refiere a la política cultural municipal.

Para empezar: ¿Qué haríais con Madrid Destino? ¿Se deben desmontar estas empresas públicas? ¿Se debe devolver la gestión a la concejalía de cultura?

Nosotros planteamos en primer lugar que haya un área municipal de cultura y crear un Instituto Municipal de Cultura, y desde luego darle una vuelta de 180º a la política cultural que ha hecho el Partido Popular. Este tipo de empresas públicas deberían estar bajo control municipal, pero también participativo, con órganos consultivos, observatorios culturales y una gestión participada con la gente, con los sectores profesionales del sector.

¿La cultura: recurso o derecho? Es decir, ¿industrias culturales o políticas públicas?

La cultura ha sido privatizada por el Partido Popular. En Izquierda Unida comprendemos la cultura como un derecho individual, un derecho social; como una expresión creativa y un instrumento de desarrollo para los individuos y la sociedad. La cultura debe ser fundamentalmente un derecho. Entonces debe ser considerada un recurso público y un elemento de formación y desarrollo de las personas. En este planteamiento la industria, la generación de beneficios económicos, debe estar al margen de una política cultural que nosotros entendemos que debe ser planificada, no controlada, pero sí planificada para que cumpla su objetivo y sea una cultura para todos. En Madrid ha sido una cultura de grandes eventos, y no una cultura para los barrios y para la mayoría social de Madrid, que no ha tenido acceso a ella. Que no ha podido disfrutar de esa cultura.

En el caso del arte contemporáneo, yo lo sé por experiencia propia. A mí no se me ha ofrecido una educación en nada de eso. La sociedad no ha tenido acceso porque se ha generado un modelo cultural de grandes eventos, exclusivos y elitistas. Eso es lo que yo creo que hay que modificar.

En Madrid se ha dado un fenómeno muy particular, mientras Gallardón no paraba de crear infraestructuras culturales, 150.000 m2 en 10 años, la Comunidad no ha hecho nada, o muy poco y muy malo. Uno de los efectos de esta confusión institucional es que los madrileños creen que el responsable o el interlocutor en temas culturales es el Ayuntamiento, cuando en realidad la cultura es una competencia autonómica. ¿Cómo pensáis manejar esta situación o reconducirla a un orden más ajustado a nuestra legalidad?

Efectivamente, Gallardón utilizó este tipo de políticas de grandes infraestructuras con fines electoralistas, y también es verdad que la Comunidad no ha prestado atención a la cultura. En nuestra opinión la descentralización está bien, pero las competencias en cultura son autonómicas y por tanto lo más razonable sería algún tipo de órgano interadministrativo de coordinación y tener un mismo plan estratégico para la cultura en toda la Comunidad de Madrid.

Esa es otra pregunta que te iba a hacer, que le he hecho a todo el mundo: ¿Sería posible, y deseable, algún tipo de organismo común, como un consorcio, una fundación para la promoción de las artes, entre la Comunidad y el Ayuntamiento?

Sí. No puedo concretar cuál sería la figura, pero nosotros contemplamos un órgano de coordinación interadministrativa, ya sea fundación, ya sea cualquier otra figura que efectivamente coordine y evite duplicidades. Y sobre todo que hay competencias impropias del Ayuntamiento de Madrid que en realidad no deberíamos asumir, o si las asumimos como ayuntamiento nos tienen que delegar recursos.

Desde luego tiene que haber un órgano interadministrativo para la coordinación de la política cultural, porque hay cosas que no tienen sentido, como has señalado en alguno de tus artículos. No es normal que en Móstoles se ponga un centro de arte, y en Madrid ciudad que tenemos una capacidad mucho mayor, no se haga. Entonces yo creo que hay que dotar de coherencia a toda la política que se está haciendo en este ámbito.

Volviendo a las dotaciones que creó Gallardón: Matadero, CentroCentro, la renovación completa del Conde Duque, más las que no son estrictamente culturales, como el Circo Price, Madrid Arena, u otras anteriores, como el recinto ferial de la Casa de Campo… ¿Son sostenibles todas estas dotaciones culturales?

Lo que ha ocurrido aquí es lo que señalábamos antes: se crean infraestructuras enormes que no generan ese acervo cultural para la mayoría. Sólo es para unos pocos, encima son muy caras y tampoco responden a esa promoción de la cultura. Pero una vez están hechos, hay que buscarles un uso. Un uso público, yo creo que el tejido social tiene capacidad suficiente para dotarlas de contenido y hacer un uso racional, que no es el que se está haciendo.

Nuestra apuesta es una política cultural descentralizada a los barrios. Por ejemplo nosotros proponemos consejos culturales en cada distrito, en los que vecinos y profesionales del sector sean los que definan la programación cultural. Y eso, con los espacios y equipamientos que hay, muchos infrautilizados, se podría abrir a toda la sociedad.

El Ayuntamiento de Madrid tiene en total 104 centros culturales de distrito, que yo creo que constituyen un activo mucho más importante que Matadero o CentroCentro. Pero tengo la percepción de que están operando como centros sociales, en el sentido de que dan clases de yoga, de diferentes artesanías… Quizás eso esté bien, si las clases se llenan ¿pero no haría falta un programa más enfocado a culturas contemporáneas? ¿No haría falta una actualización de estos centros, o completarlos con otro tipo de programas?

Sí, completamente. Yo llevo ocho años en la Junta de Distrito de Chamartín, y la programación cultural la realiza una empresa con el dirigente político responsable del tema en la Junta. No hay ningún tipo de participación ni de los profesionales del sector, ni de los vecinos, ni del movimiento vecinal, ni de las asociaciones culturales. Y por eso se hace ese tipo de programación, con todos los respetos, talleres de tai chi, de yoga… que no son la función de un centro cultural. Deben tener unos ejes estratégicos, pero luego que sean la propia gente y los profesionales, los que generen esos programas.

Precisamente toda esa riqueza y variedad que hay de centros culturales, de equipamientos, de espacios, tienen una potencialidad tremenda si se utilizasen. ¿Por qué se cierran los centros culturales los fines de semana? Hay auditorios al aire libre que no se usan, cuando hay un montón de colectivos y de grupos que podrían, y quieren, utilizarlos.

Entonces vamos a volver a la pregunta anterior. Yo pienso que las megainfraestructuras como Matadero y CentroCentro son un pozo sin fondo. Son agujeros negros que succionan presupuesto, energía social,  capacidad política… Succionan todo. Ya en los primeros debates, antes de empezar la campaña, hasta la candidata del PP decía que no quiere estar en CentroCentro porque los gastos más básicos suman tres millones y medio al año. Entonces estamos hablando de que Matadero y CentroCentro consumen seis, ocho, hasta diez millones al año, sin contar los créditos, y ese es un dinero que va a empresas grandes: a eléctricas, a la calefacción, que será Gas Natural o Repsol, va a seguridad, a mantenimiento, que suelen ser las empresas de construcción que tienen los servicios de limpieza y mantenimiento del Ayuntamiento, y lo que queda para la programación artística, para contenidos, es nada, son las migas. Por eso pienso que habría que pensar en cerrar estos centros.

Todavía no tenemos una posición definida sobre esto. Habría que estudiar los gastos que suponen. Para nosotros si es un servicio público útil, que tiene una rentabilidad social, no nos importa que tenga un déficit. Pero esa rentabilidad social debe repercutir en el ámbito que sea. Tanto si es en el ámbito cultural, de la creación, como si es en el deportivo. Pero si no, nosotros priorizamos la micropolítica de barrio, porque la mayoría de la gente no vive en el centro y no tiene acceso a estas grandes infraestructuras. Entonces, el cierre es una opción, pero ahora mismo no puedo comprometerme porque no lo sé, pero desde luego es una reflexión que habría que hacer.

El Ayuntamiento enfrenta tiempos difíciles, por su deuda tan salvaje que arrastra, sobre la que va a caer la del Estado Español el año que viene, y ya se ha retirado de muchas instituciones históricas (Círculo de BBAA, Residencia de Estudiantes, Ateneo). ¿Volveríais a dar apoyo a estas entidades?
 

El Ayuntamiento debe fomentar este tipo de entidades, lo que pasa es que hay que darle una vuelta a como se está gestionando todo. La política ha cambiado muchísimo en estos últimos tiempos, la ciudadanía pide participar, y creo que hay que empezar a gobernar con mecanismos mucho más participativos. Hay que estar en los espacios públicos y en la política con esa participación de cada sector y de la sociedad civil en general. El Ayuntamiento debe estar, pero de otra manera.
 

En la sociedad española hay una compulsión de que la cultura no se puede mantener con subvenciones. La agricultura, la banca, la industria del automóvil, las eléctricas sí pueden recibir subvenciones, pero la cultura no. Aparte de que un sistema de apoyo a la creación en estos números es el chocolate del loro, lo más curioso es que en realidad apenas ha habido nunca ayudas para la creación. Las ayudas en España son para las galerías, los editores, discográficas, ferias… Es decir, las subvenciones son para los empresarios, no para los creadores. Las administraciones públicas nunca han apoyado la creación directamente, sino a los empresarios que la explotan, en el buen y en el mal sentido de la palabra. ¿No debería cambiar esto? ¿Tenéis previsto en vuestro programa un sistema de apoyo o estímulo a la creación?

Creo que esto se relaciona con la primera pregunta, si la cultura se concibe como derecho o como una industria. Si la consideras un derecho debes impulsarla, no para que se haga negocio, sino como un bien social. En ese sentido nosotros planteamos un plan estratégico de cultura y un pacto por la cultura, que incluya el fomento de la cultura, pero desde la base, como tu has dicho, a los creadores, y no sólo a los que hacen negocio con la cultura.

También proponemos un observatorio de políticas culturales, en el que se estudien las nuevas realidades artísticas y se fomenten desde abajo. Ese estímulo, con el plan de recuperación de espacios culturales, planteados desde otro paradigma, yo creo que pueden ser suficientes para estimular desde abajo a esos creadores que son los que tienen que tirar de esta materia.

Una de las quejas que yo he escuchado siempre, desde los años 70, casi desde que tengo memoria, es acerca del intervencionismo político. Aparte de los alcaldes que quitan y ponen directores de museos, hay una forma de intervencionismo que es crónica, que los altos cargos “inventan” la cultura. El director general tiene una idea, él se aprueba el presupuesto, él lo aplica, él lo desarrolla, y él se evalúa a sí mismo al final. Esta es una ciudad además en la que por un lado ha habido una cultura institucional, entre los museos y las galerías, y por otro una cultura que se ha desarrollado al margen, en espacios alternativos. El ejemplo de Prosperidad es muy bueno, porque allí estuvo, ya desde los años 70, el Ateneo, cuando ocupar se escribía con “C”; su sucesora, la Escuela Popular de la Prospe, que aún sigue; hay una asociación de vecinos particularmente dinámica; el Teatro Pradillo, que fue independiente en sus tiempos, y allí estuvieron también los dos espacios del Ojo Atómico. Para ser un barrio tan chiquito, siempre ha generado un tejido cultural muy peculiar. La cuestión es si el Ayuntamiento no debería dejar de tomar la iniciativa en cultura escuchar más lo que se hace en la calle.

Sí, la planificación cultural se debe hacer de otra manera. Nosotros planteamos consejos culturales por distritos e incluso por barrios. Que todos esos sectores profesionales y todos esos sectores ciudadanos que están interesados sean los que generen la programación. Todo lo que sea escapar por las grietas del sistema que nos imponen el mercado y la economía, creo que lo debemos fomentar. Para Izquierda Unida es precisamente esa rebeldía, en los espacios, en lo social y en lo cultural, lo que va a hacer que cambiemos a mejor nuestra sociedad.

Incluso muchos espacios se pueden autogestionar o cogestionar de otra manera, y creo que va a tener mucha más potencialidad y mucha más riqueza que si el director de cultura de la Junta de Distrito o del Área de las Artes decide lo que hay que hacer. Y bueno, es que ahora lo hacen empresas. Está completamente privatizado.

Esto me plantea una duda, partiendo de que sí me parece buena idea que haya consejos por distritos o por barrios, y es que en la cultura existen dos vectores que no siempre son compatibles: uno es lo que puede promover el común de la ciudadanía, me imagino en el caso de Prosperidad la Asociación Valle Inclán y la Prospe, que son las asociaciones más arraigadas, y cuando llega un cuerpo extraño como es el Ojo Atómico que tiene unos contenidos que no siempre son fáciles. Nosotros por ejemplo tuvimos una buena relación con la Asociación, un poco más complicada con la Prospe, pero jamás conseguimos atraer a los vecinos jubilados a ver una exposición, ni ofreciendo vino gratis. ¿Cómo compaginas el derecho de los vecinos a decidir sobre su propia cultura, y la necesidad de crear espacios para manifestaciones experimentales que por su propia naturaleza pueden generar conflictos? Y sabes que esto es así, porque ahora nadie se asustaría de que haya una librería gay en el barrio, pero hace 30 años les habrían tirado piedras.

Bueno, yo soy de ciencias, no soy especialista en arte. Pero si yo hubiese recibido una educación, o si hubiese habido en mi barrio un espacio donde aprender, que me hubiese incentivado, yo creo que lo conocería y que no sentiría ningún rechazo. Entonces, una cosa es que los vecinos decidan la programación, pero debe haber unas líneas estratégicas y una planificación general sobre temas que hay que impulsar aunque no vayan a surgir de primeras de la ciudadanía.

Bueno, son cosas que surgen de grupos muy pequeños, pero que son también ciudadanos.

Pero también porque no se conoce. La planificación sería la que compensaría ese tipo de cuestiones.

Cambiando de tema, hay una serie de debates que ahora mismo están abiertos en el mundo del arte de Madrid, como la renovación pedagógica en el arte, hay varias asociaciones de profesores que están innovando. También la gestión del arte en espacios públicos. La equidad de género, hay una asociación muy fuerte a nivel nacional: Mujeres en las Artes Visuales. Y en extremo, el término inclusión social ni siquiera ha estado en el vocabulario de políticas culturales del Partido Popular. ¿Tenéis ya políticas definidas en estas áreas?

No tenemos políticas específicas en estos temas. Creemos que hay que trasversalizarlos en todas las políticas que hagamos. Para Izquierda Unida, como sabes, todos estos temas son fundamentales. Yo creo que la cultura puede ser un instrumento de inclusión social, y que debemos redefinirla en ese pacto o plan estratégico de la cultura para Madrid, porque podemos hacer políticas cultuales que aborden eso. No tenemos algo más definido, pero estamos abiertos a ideas.

Yo suelo poner de ejemplo el sistema de FAROS de la Ciudad de México, porque he colaborado con ellos. Es un modelo muy interesante, que ha generado mucha experiencia. Fue un proyecto del primer gobernador electo del Distrito Federal, Cuauhtémoc Cárdenas, y lo que quería era, en una ciudad con muchísimas dotaciones culturales, pero muy concentradas, crear una nueva dotación para la periferia, que es durísima. La reflexión viene porque estoy viendo mucho trabajo colaborativo, de un tipo que no me interesa demasiado, pero por otro lado leo en los periódicos que se revierte la nacionalidad española a jóvenes de bandas como los Latin Kings o los Dominican Dont Play. Aquí están emergiendo movimientos culturales violentos, y no tenemos herramientas para convertirlos en movimientos culturales no violentos. Sí conflictivos, pero no violentos. La pregunta va por ahí, si tenéis pensadas líneas de actuación para acercaros a zonas de Madrid que está completamente abandonadas.

La filosofía la compartimos. Y de hecho creo que sería muy positivo incluir programas de ese tipo en los planes distritales que proponemos para Madrid. Programas que garanticen el acceso a la cultura para todos, que sirvan para abordar situaciones de conflicto o de exclusión social. No lo he estudiado a fondo, pero por lo que sé cuando se han aplicado han funcionado bien. A veces abordamos este tipo de conflictos sólo con la represión, con medidas policiales y punitivas, y seguramente son más efectivas otras, como pueden ser estas que me dices. No tenemos planes concretos, pero estamos abiertos a este tipo de políticas que no sean de represión sino de inclusión social desde la cultura. Lo vamos a incluir en los planes distritales.

Hace muchos años, cuando el Ojo Atómico estaba en Prosperidad, teníamos mucha relación con el grupo de Izquierda Unida que estaba allí a la vuelta de nuestro local, una vez nos invitaron a una reunión que iba a tratar temas de cultura, antes de algunas elecciones, no recuerdo el año. Nos encontramos que en la reunión de cultura estaban músicos del Retiro, mimos… Y nos sorprendió, porque yo entiendo la preocupación de IU por este tipo de manifestaciones, pero yo esperaba encontrarme Artistas Visuales Asociados de Madrid o asociaciones sectoriales con otro perfil. Menos social. Creo que a Izquierda Unida le ha fallado entender que el diálogo es con toda la sociedad. Por supuesto los músicos, mimos o caricaturistas que trabajan en la calle necesitan una atención específica, pero creo que compete más a una política coordinada con el ámbito social. Pero un partido político tiene que abrir el diálogo con el sector profesional del arte. Entonces: ¿Cómo estáis estableciendo los diagnósticos sobre arte? ¿Con quién estáis dialogando?

Nosotros siempre hacemos los programas colaborando con asociaciones y movimientos que trabajan ese ámbito. No sé con quien han elaborado el programa en el ámbito cultural. También hay que decir que lo bueno de Izquierda Unida es que lleva 30 años, tenemos un bagaje. Yo estoy estudiando ahora todas las medidas que ha ido llevando Milagros Hernández, que ha sido la concejala que ha estado en el área de las artes. Y hay todo un bagaje de propuestas que yo creo que se han hecho con las asociaciones y profesionales del sector.

Pero es verdad lo que dices, a veces en Izquierda Unida mezclamos temas y hay cuestiones que los profesionales del sector son los que mejor saben cómo hacerlo.

Y la segunda vuelta de esta pregunta: obviamente el mundo del arte no es uno, hay varios mundos del arte, y además se trata de colectivos con intereses enfrentados. En Madrid hay una Asociación de Galerías, hay un Consejo de la Crítica, hay una asociación de artistas, AVAM, hay y ha habido diferentes plataformas de espacios alternativos, de agentes independientes, y ahora al calor de las elecciones se están montando diferentes mesas sectoriales. Además es una casualidad remota que haya un político con una trayectoria previa en arte. Pienso que elaborar diagnósticos es complicado, porque es un mundo bastante confuso y que además vive en crisis permanente. No sé si en el proceso que estás desarrollando has tenido ya alguna aproximación a este tipo de problemas.

No, todavía no. Siempre ayuda si los políticos que están en la gestión, en este caso en temas culturales, vienen de ese mundo. Lo conocen mejor. Pero si uno parte de la escucha activa y de contar con todos los sectores, aunque estén en conflicto, se puede hacer. Para eso está la política, para encauzar diferentes perspectivas y poder integrarlas.

Conste que yo no digo que un concejal o un consejero de cultural tengan que venir del mundo de la cultura. A veces tiene una visión más compleja o más de conjunto de la sociedad alguien con una trayectoria en política, que alguien que viene de un sector y va a tender a fijarse más en él.

Lo que hay que intentar es integrar lo máximo posible, pero desde luego en nuestro caso nunca vamos a priorizar a los sectores que mercantilicen, que pongan por delante el negocio, frente a los sectores que incidan, en el caso de la cultura, en la difusión cultural, la creación, la innovación artística, la crítica, esa rebeldía cultural, la independencia… desde la izquierda tenemos prioridades, no vamos a decir que nos vale todo. Nuestros aliados son personas muy precarias, que no consiguen ganarse un sueldo con esta profesión, y esos son nuestra prioridad para hacer políticas. No tenemos nada contra los que hacen negocio, pero nuestra prioridad es garantizar estabilidad y posibilidades para los que están abajo.

Entrevista: Podemos

¿Te podrías presentar brevemente?

Me llamo Jazmín Beirak, soy historiadora del arte y me especialicé en investigación en políticas culturales, sobre todo en políticas culturales de arte contemporáneo. Ahora formo parte del Círculo de Cultura de Podemos y soy responsable del área de cultura del Consejo Ciudadano del la Comunidad de Madrid, y estoy en la lista para las elecciones de mayo, también como responsable de cultura.

¿Volverá a haber una Consejería de Cultura?

Nuestra intención es que haya una Consejería de Cultura y Comunicación. Cultura es evidente porque entendemos que tiene que haber una política específica de cultura, y es cierto que en términos estrictos nunca ha habido una política cultural, porque la cultura siempre se ha utilizado para otra cosa. Independientemente de los beneficios económicos o políticos que se extraen del propio recurso cultural, siempre ha estado asociado a procesos de especulación urbanística, se ha utilizado, esto se ve mucho en arte contemporáneo, como punta de lanza para inversiones económicas en el extranjero. Y en la Movida fue evidente, pero también luego en los años del Partido Popular, para dar un halo de modernidad y dinamismo a los partidos. La cultura como algo que se pega al partido para darle un poco de brillo. Pero apenas se ha pensado qué necesita la cultura. Ni un enfoque global, y aquí ya no pienso sólo en artes visuales, es decir, qué se necesita para tener un tejido cultural que sea solvente.

Introducimos la Comunicación porque en estos tiempos de la tecnología el acceso a los contenidos está completamente mediado por los dispositivos de comunicación, y es interesante que haya políticas conectadas. Nuestra propuesta es incluirlo. En nuestro programa inicial estaba como Consejería de Cultura y Comunicación, pero una vez que entras al gobierno tienes que ver cómo reordenas administrati-vamente. Ahora las personas que trabajan en la estructura administrativa están valorando si podemos arriesgarnos a incluirlo en el programa o no. Es decir, si nosotros cuando lleguemos vamos a poder hacerlo. La voluntad es hacerlo, pero tenemos las exigencias de la estructura administrativa.

¿La cultura: recurso o derecho? Es decir, ¿industrias culturales o políticas públicas?

Ahora estoy pensando desde la institución. Lo que yo creo que tiene que hacer una institución, no siempre he estado en esta posición. Pero entiendo que hay que abordar dos direcciones. O si me apuras tres: una entender que es un derecho, en el sentido de que es una riqueza cultural que tiene que servir para la gente. Otra que es una expresión social que forma parte de la relación humana. Y otra que es un sector económico. No se puede desechar ninguno de los tres ámbitos de intervención. Y además a veces se cruzan. Hay veces que la cultura como sector económico también genera espacios de comunidad, y genera contenidos que son accesibles en tanto que enriquecimiento personal, como acceso a la cultura. Entonces yo creo que hay que abordar los tres ámbitos.

¿Me estabas preguntando es este sentido, en términos de mercado y de intervención?

Bueno, es que una de las entrevistas anteriores, la de Jaron Rowan, ha tratado sobre esto, porque él tiene un texto en el que plantea que la cultura ya no es ni recurso ni derecho, sino que es un problema. Ha participado en varios estudios en el Reino Unido en los que se muestra que las llamadas industrias culturales o creativas al cabo de 15 o 20 años han generado más exclusión, más problemas de acceso a la cultura, no han conseguido mejorar en nada la equidad de género, porque los puestos de más responsabilidad siguen estando ocupados por hombres, tampoco generan empleo de calidad. Es un tema interesante, porque yo creo que las intervenciones públicas se ven pilladas en modelos que son disfuncionales. Todavía no existe un modelo que diga que ni vamos a volver al modelo de cultura pública tipo francés, en el que el Estado provee de cultura al pueblo, ni nos funciona lo que se pretendía en los 80, que el mercado iba a ser un agente democratizador de la cultura.

Perfecto, eso es lo que te quería explicar. Es una idea que me interesa, y es verdad que hay que trabajarla más, porque tiene contradicciones y es conflictiva, pero de alguna manera se puede romper esa dicotomía entre la política cultural como algo institucionalizado y la política cultural como algo abandonado al mercado. No sin conflicto. Es decir, no es una solución que la firmas y funciona. Pero creo que tiene que ser una tendencia. Y es que exista una intervención pública para hacer autónomo el tejido cultural. A mí siempre me dicen que hay una contradicción, pero no me lo parece tanto, porque estás dejando el ámbito cultural en un terreno que excede a la propia institución, pero la institución no está haciendo dejación de responsabilidades. Lo que tiene que pensar es cómo va gestionando los recursos, cómo va creando las condiciones materiales para que pueda proliferar cultura. Y ahí la institución ya no es dirigista, no dice lo que es o no es la cultura. Lo que hace es generar condiciones para que puedan existir cosas, y a la vez ser capaz de recoger lo que ya existe.

Luego vamos a volver sobre eso, porque he estructurado la entrevista en tres bloques, institución, ayuda y participación. Pero ahora vamos a seguir con las instituciones: en Madrid se ha dado un fenómeno muy particular, mientras Gallardón creaba infraestructuras culturales como quien siembra patatas, 150.000 m2 en 10 años, la Comunidad no ha hecho nada, o muy poco y muy malo. Uno de los efectos de esta confusión institucional es que los madrileños creen que el responsable o el interlocutor en temas culturales es el Ayuntamiento, cuando en realidad la cultura es una competencia autonómica. ¿Cómo vais a revertir esta situación?

Es cierto que la Comunidad de Madrid tiene más competencias que el Estado y que los ayuntamientos. La respuesta es sí, se trata de que desde la Comunidad de Madrid se haga una política cultural, que nunca ha existido, contando con todos los recursos que se puedan disponer desde ella.

Desde la gestión de los espacios, desde lo que tenga que ver con impulsos y apoyos económicos, desde la creación de redes. Tenemos las bibliotecas, muchísimos centros culturales, teatros, tenemos muchos recursos donde activar todos los sectores.

La idea era más bien, por mi experiencia, que a quien teníamos que dirigirnos para iniciar cualquier proceso era al Ayuntamiento, porque en la Comunidad ni te abrían la puerta. Entonces mi pregunta era si vais a hacer el esfuerzo de poner a la Comunidad de Madrid en ese primer plano que le corresponde en el diálogo con la sociedad en temas culturales.

De hecho una de las ideas que estamos pensando es la de los Consejos de Cultura, porque existe un Consejo de Cultura, pero no funciona. Se reúne una vez al año. Entonces queremos ver cómo ese espacio puede ser realmente un espacio de participación de los sectores, tienen que estar representadas las artes escénicas, las artes visuales, el cine… Que sea un espacio desde el que se pueda diseñar las políticas en base a las necesidades de cada sector. Y que también sirva para distribuir los recursos públicos. Pero a la vez también tenga cabida la sociedad civil, sin que necesariamente sea del mundo de la cultura, para que no sea un órgano puramente corporativo.

Nosotros al hacer el programa hemos hablado con muchísima gente de todos los ámbitos de la cultura. Y te das cuenta de que es la única manera de pensar una política cultural. Porque si no, no sabes exactamente lo que pasa. Al hacer el programa yo he aprendido muchísimas cosas, muchas problemáticas que conocía en las artes visuales, pero que a lo mejor desconocía en la música.
Esos canales que han servido para hacer el programa entiendo que tienen que continuar para hacer un seguimiento de las políticas. Y también está la idea de un Observatorio que pueda estar estudiando qué efectos tienen esas políticas. Tanto las públicas como el funcionamiento del mercado.

Son órganos difíciles de pensar, porque tienes que ver cómo se da la representatividad, sobre todo porque por ejemplo las artes escénicas tienen una estructura muy asociativa, pero la música no.

Al contrario que el Ayuntamiento, que sufre de un exceso de dotaciones, la Comunidad Autónoma de Madrid tiene sólo 4 espacios dedicados al arte contemporáneo, que suman unos 12.000 m2. Dos de ellos son antiguos (Arte Joven inaugurado en el 90 y Canal, en el 86), y luego están la sala de Alcalá 31 y el CA2M. No se percibe ninguna coordinación entre los programas, y la verdad es que quitando la pobre sala de Arte Joven, que tiene ciento y pico metros cuadrados, los demás tienen programaciones muy orientadas al titular de prensa, o ahora con la crisis a rellenar, y muy poco a impulsar un tejido creativo en Madrid. ¿Tenéis un plan para organizar y potenciar estas dotaciones?

Sí. Pero quiero decir dos cosas aquí. Por un lado impugno la pregunta, en el sentido de que la Comunidad de Madrid no tiene tantas infraestructuras. Y ahora te hablo de esas concretamente, porque hay dos líneas de actuación.

Lo que es importante es sacar la cultura de los espacios que aparentemente son para la cultura. Se podrían tener muchos otros espacios para hacer actividades culturales y para desarrollar ese tejido. Puedes pensar en bibliotecas, en salones de actos de institutos, incluso en centros de salud. Hay muchos espacios que dependen de la Comunidad de Madrid que están infrautilizados y en los cuales se podrían hacer cosas. Por ejemplo, esto lo pensamos para artes escénicas, pero también funciona para cine o para artes visuales en otro tipo de espacios, imagínate que hay un salones de actos de institutos que están cerrados, que no se utilizan, y los planteas como espacios de compañías en residencia para que trabajen y para que ensayen. Y como retorno social lo que tienen que hacer es representaciones teatrales en el instituto o talleres de teatro. Ahí vas fortaleciendo un tejido cultural y un acercamiento con la ciudadanía.

Además en los centros culturales de la Comunidad de Madrid, que no son esos grandes espacios, la propuesta que tenemos es hacer de ellos “casas creativas” por decirlo de alguna manera. Ponerlos a disposición de los distintos profesionales o creadores, e incluso a la gente que quiera usarlos y se pueda autoorganizar. Te pongo un ejemplo de música: localizamos un espacio que no se usa. Localizamos locales de la Comunidad que están cerrados, se abren para locales de ensayo, pequeñas salas de concierto y estudios de grabación. Y la comunidad de la música, que no está preorganizada, y que está utilizándolo con una mediación de la administración, en lo que tiene que ver con la gestión administrativa, gestiona ese espacio. ¿Por qué me parece importante incidir en que no está preorganizada? Porque yo creo que muchas veces los discursos de la izquierda presuponen que la sociedad está organizada, y que la propia sociedad, organizadamente, se va a movilizar. Y creo que eso no es verdad. Pero sí creo que desde las instituciones se pueden generar marcos en los cuales se generen autorganizaciones por proyectos. Esa sería una línea de actuación.

Respecto a estos espacios, el enfoque sería más clásico y más de sentido común. Más en la línea de buenas prácticas, etcétera. Tenemos cuatro o cinco espacios más o menos visibles, y lo que tienen que tener es una misión clara cada uno, una asignación por proyectos, es decir, que se tienen que presentar proyectos para ver qué se hace con cada espacio. Lo importante de la misión, que tiene que ver mucho con artes visuales, es que no compitan entre ellos y puedan compartir recursos. Porque si no al final están compitiendo por públicos y no generan un espacio de cooperación. Las adjudicaciones tienen que se transparentes, tienen que ser en base a un proyecto. Y el proyecto tiene que implicar que de alguna manera va a activar el tejido social. Es decir, que va a contar con lo que ya existe para llenar de contenido el espacio. También es importante la rotación, para que puedan ir pasando por ahí distintos proyectos, y todo lo que es el universo semántico de los códigos de buenas prácticas. Este sería el enfoque de estos grandes espacios.

En la parte de artes visuales tenemos un eje específico que tiene que ver con promocionar las intervenciones que sean capaces de generar comunidades en torno a esos espacios. Que yo entiendo que en el CA2M al margen de otras cuestiones sí se está consiguiendo.

Las mega-infraestructuras del Ayuntamiento parecen inviables económicamente, con la crisis y con lo que se viene encima los próximos años por la deuda pública. ¿La Comunidad de Madrid debería acudir al rescate de Matadero, CentroCentro, Conde Duque?

No lo sé. Si lográsemos que Ahora Madrid estuviese en el Ayuntamiento y Podemos en el gobierno de la Comunidad, sería fácil establecer lógicas de cooperación. Me lo imagino más bien por esa vía, porque no sé si se acude al rescate de esas instituciones, te quedas sin dinero para todo lo demás. No es un compromiso que sea fácil asumir.

¿Apoyaríais el cierre de estas dotaciones?

Yo entiendo que no. En ese sentido creo que lo que ya existe es interesante hacer que funcione mejor. Claro que se han hecho grandes inversiones absurdas, claro que los teatros del Canal es un edificio monumental, en el que se ha gastado muchísimo dinero pudiéndose haber hecho de otra manera. Pero es que ya existen y no tiene sentido abandonar espacios. Ni siquiera pensar en venderlos, porque no sé si genera mucho beneficio. Creo que lo interesante es transformar la lógica que los articula.

Aunque luego volveremos a hablar de esto, el problema que veo es que CentroCentro y Matadero solamente en mantenimiento consumen varios millones al año. Puede que eso llegue a ser insostenible y que absorban los recursos que se deberían entregar a la sociedad para que haga cosas. Por ponerte una metáfora muy sencilla: habría que crear una conexión entre Tabacalera y Patio Maravillas, vamos a poner una línea de AVE.  ¿Por qué no vas en bicicleta y el dinero de la línea de AVE se lo das a ellos para que trabajen? Son dotaciones que entre los créditos que hay que pagar por su construcción, y lo que pagan en seguridad, limpieza, mantenimiento, redes informáticas, electricidad, que son todo empresas grandes, pues igual consumen 6 u 8 millones al año.

Si te soy sincera no he pensado mucho en esto, como cosas de la Comunidad de Madrid que sí que las he pensado. Pero en todo caso, es una opinión personal, creo que para abandonar estructuras existentes tienes que haber construido alternativas. Porque si ahora quitas Matadero, que con todos los problemas es un polo de dinamización, y no tienes ninguna alternativa, generas un vacío durante bastantes años. Esos procesos tienen que ser más de substitución que de quitar un recurso.

El CA2M: ¿qué vais a hacer con este espacio? ¿Cómo es posible que una ciudad como Madrid no tenga un museo que recoja su propia historia del arte, un museo que cree un relato del arte de Madrid, y en cambio se construya un sucedáneo en Móstoles, cuando el 99% de los recursos y de la producción artística están en la capital? Y ahora no sé si siguen, pero el CA2M ponía autobuses para llevar a la gente a las inauguraciones. De alguna forma interpela a un público que está en Madrid, no en Móstoles. ¿Qué sentido tiene este centro, cómo se va a manejar? Porque sobre el papel es el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid. Lo mismo que el MACBA para Cataluña y Barcelona.

A mí lo que me parece interesante es su programa educativo. Yo creo que en la Comunidad de Madrid, desde el ámbito institucional, es de las cosas más avanzadas que hay. Y creo también que por estar donde está y por ser periférico, y en ese sentido estar un poco abandonado, se le ha dejado hacer muchas cosas que en otro sitio no habría podido hacer. Entonces no sé si me preocupa tanto que no sea como un receptáculo de la historia del arte contemporáneo de Madrid, como ser capaz a de recuperar lo que está logrando hacer en términos educativos. En ese sentido no hay una impugnación a la totalidad, sino que habría que estudiar si también puede cumplir esa función. Lo que pasa es que es muy difícil, no sé si es a esto a lo que te referías, que un centro que tenga el relato del arte de la Comunidad de Madrid esté en Móstoles.

Bueno, esta fue una de esas ideas delirantes de Esperanza Aguirre, por oportunismo electoral cuando consiguieron la alcaldía de Móstoles. Pero hay una confusión entre la función de un Centro de Arte Contemporáneo, en cuyo caso me parece fantástico que haya uno en Móstoles, que enfoque la atención a la segunda zona más poblada de Madrid después de la capital, y otra cosa es la función de museo. El CA2M podría ser un buen centro de arte contemporáneo, con programas muy avanzados en pedagogía y en otros aspectos, dando atención a millones de personas que viven en el sur, pero que sea la institución única y central de arte que tiene la Comunidad de Madrid, es lo que me parece por lo menos chocante.

Tienes razón, pero para hacer eso necesitarías una infraestructura igual de grande en otro espacio, y no estamos para construir dotaciones tan grandes.

Claro, obviamente el Partido Popular está dejando mucha tierra quemada. Madrid es una comunidad autónoma peculiar, porque la mitad de la población vive en la capital, y como hemos dicho antes el 90 o 99% de los recursos culturales están y se producen en la ciudad. ¿Crees que sería posible, y deseable, la creación de una figura conjunta entre las dos administraciones para el fomento de las artes? ¿Una fundación, un consorcio, un consejo, donde el Ayuntamiento y la Comunidad compartan recursos, no haya duplicidades, etc.?

Yo creo que efectivamente la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento tienen que colaborar, pero también tendrían que colaborar la Comunidad y el municipio de Móstoles, la Comunidad y el municipio de Coslada… Es decir, creo que tiene que haber una colaboración permanente entre el paraguas de la Comunidad y los diferentes municipios. Y desde la Comunidad lo que hay que hacer es no dar por perdido que tenemos una Comunidad Autónoma muy grande, con bastantes ciudades bastante pobladas, y ser capaces de fomentar la circulación en toda la comunidad.

En Móstoles por ejemplo, con 206.000 habitantes, no tienen ni cine ni sala de conciertos. Entonces, ¿Cómo seríamos capaces, con toda la música que se produce en Madrid, en la ciudad y en otros lugares, de hacer circuitos? Lo mismo con el cine, incluso en zonas rurales donde es imposible acceder. Ser capaces de descentralizar un poco. Tiene que haber una cooperación Comunidad - Municipio, y descentralizar.

Lo de descentralizar es obvio y es urgente además. Pero la pregunta iba más enfocada a las duplicidades. Hay duplicidades de instituciones, de cargos… Hay cosas que las podrían hacer juntos.

Eso en bibliotecas se ve muy claramente.

Es mantener dos edificios, con dos equipos humanos, con dos directores…

Estamos de acuerdo, lo que pasa es que para que eso sea posible tienen que juntarse la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento y pensar qué se puede fusionar, en qué se puede cooperar y que es interesante mantener. Pero para que eso ocurra tiene que haber dos gobiernos afines. 

Siguiendo con las instituciones, otro fenómeno que es interesante: ARCO, la feria de arte, la organiza IFEMA, que a su vez es propiedad del Ayuntamiento y la CAM. Cuando iba bien nunca se usaron los beneficios para apoyar la creación en Madrid. Eso se lo quedaba IFEMA para lo que fuese. No sé si cuando ha ido mal en los últimos años se han usado los recursos de cultura para salvar ARCO. ¿Habéis pensado cómo vais a manejar esto en el futuro?

Si te digo la verdad, específicamente no lo hemos pensado todavía, pero sí hay una consigna, y es que allí donde haya recursos públicos, tiene que haber retorno social. Entonces, allí donde se invierta tiene que revertir en la creación de un tejido.

Ahora mismo hay instituciones históricas (Círculo de BBAA, Residencia de Estudiantes, Ateneo), cuya supervivencia depende de la Comunidad, una vez que el Ayuntamiento ha dejado de aportar recursos. ¿Seguiréis apoyándolos?

Sí, en principio sí. Hay que seguir apoyándolos, pero lo que hay que intentar hacer, desde la posibilidad que se tiene de intervención, porque por ejemplo en el Teatro Real entre el Estado, la Comunidad y el Ayuntamiento suma el 31%, es aplicar un código de buenas prácticas en todos los espacios donde la Comunidad de Madrid está interviniendo.

Aunque ya hace treinta años largos que existe la Comunidad de Madrid y que se transfirieron las competencias en cultura, en Madrid no ha habido ni un Museo de Arte Contemporáneo de verdad, como comentábamos antes, ni un sistema de apoyo a la creación. De hecho es sorprendente que el logo de la Comunidad aparezca en muchos proyectos de iniciativa privada, aunque no haya un procedimiento para solicitar recursos para proyectos. Es una cosa como de magia. Bromas aparte, la arbitrariedad, la opacidad y la falta de rigor en la asignación de recursos ha sido escandalosa. ¿Se creará un sistema de apoyo a la creación? ¿Reglas iguales para todos? ¿Tenéis planteado establecer algún tipo de programa específico para el arte contemporáneo?

Aquí hay cuatro líneas de acción. En primer lugar está la aplicación del código de buenas prácticas a todas las instituciones culturales, y medidas de transparencia y responsabilidad administrativa. Es decir, todo lo que ha tenido que ver con dar el dinero a los amigos, todo eso se va a erradicar. Si esto además lo ligas con el Consejo de la Cultura, donde va a existir una pluralidad en los criterios de asignación de los recursos, también lo evitas. Eso en lo que tiene que ver con la transparencia.

Tiene que haber programas de inversión directa, de apoyo directo a la creación, pero esa intervención tiene unos límites cortos, porque tienes un dinero limitado y se lo puedes dar a dos, tres, cinco, no se lo puedes dar a más. Eso hay que mantenerlo, porque es necesario, pero hay que apostar por otras dos vías. Una, la inversión indirecta, que sigue siendo financiación pública, pero por vía indirecta: incentivos, deducciones y bonificaciones. Y eso llega a todo el mundo. Por ejemplo, si haces un proyecto de cine y llevas tu registro de la Seguridad Social de todas las personas que has dado de alta, recibes una bonificación. Eso lo puede recibir todo el mundo y no hay ningún criterio político o de otro tipo.

Por otro lado estábamos pensando en hacer una ley de mecenazgo para la Comunidad de Madrid. Viendo los modelos que hay en Navarra y Andalucía, y siempre con el límite de que no sirva simplemente para que la gente no pague impuestos, pero sí para que pueda colaborar en los proyectos. Desde la Comunidad de Madrid se podría hacer en los porcentajes de deducción de IRPF.

Y en lo que tiene que ver con las artes visuales, artes plásticas, artes sonoras, tenemos un programa específico de ayudas, donde lo particular es que tendrán criterios sociales. Criterios de generación de comunidad. Porque en las artes visuales hay un discurso que yo no comparto, y que no pasa en otros sectores: se entiende que la propia obra ya es un retorno social en sí misma. Y en términos abstractos podría ser, pero si eso no entra en contacto con la sociedad… ¿De qué manera revierte? Entendemos que tiene que servir para introducir la cultura y el arte en toda la dimensión social y humana.

Los que tienen el discurso de que la obra de arte ya es un retorno social, ¿cuál es su miedo cuando les planteamos que tiene que haber un retorno social? Lo que reclaman es qué pasa con la excelencia artística. En ese sentido, yo veo dos cuestiones. Una, que es posible, sin cuestionar el concepto, compatibilizar la excelencia artística con el retorno social. Es posible que los buenos artistas, porque no todos los artistas hacen buenas cosas, se integren en un tejido más amplio, y luego estaría el cuestionamiento de la excelencia, que hoy en día también está en crisis y se puede entender que hay muchas manifestaciones artísticas que no son excelentes en términos modernos, pero que generan relación y generan lógicas que tiene que ver con una mirada creativa de la realidad.

El tema es espinoso. Desde la segunda etapa del Ojo Atómico, 2003-2007, mi mayor interés ha estado en ese aspecto social. De hecho todo el proceso de crear espacios alternativos, desde principios de los 90 que ni siquiera sabíamos lo que era, hasta ahora, consistía en buscar otro tipo de conexiones con la realidad, distintas de las que te puedan dar el mercado o la institución pública. Y yo he hecho muchos trabajos en ese sentido, pero por otra parte, por la experiencia de haber trabajado con miles de artistas, también respeto al friki que está en otra dimensión, porque el arte precisamente tiene un elemento irracional, que es lo que le da el valor. Si no todo sería discurso, y la verdad es que tú no sabes si quien va a construir una nueva percepción de la realidad, quien nos va a devolver una mirada sobre nosotros que nos rompa los esquemas, es el que trabaja desde un planteamiento teórico superconstruido, con todas las conexiones sociales, postcoloniales, queer, etc. O el friki que emerge al cabo de 40 años de trabajo con una obra que rompe.

Estoy de acuerdo, la cultura es muy difícil gestionar desde las instituciones, porque no controlas sus efectos. No sabes lo que produce la cultura. Cualquier intervención lo que hace es controlarla, porque realmente no sabes los efectos que tiene. Por eso a mí me interesa más la lógica de la proliferación cultural. Que la institución lo que haga es que puedan pasar cosas. Yo no voy a decir lo que tiene que pasar y lo que no, porque pueden pasar cosas que yo no controlo y que son interesantes. Y por eso me interesan mucho las inversiones indirectas, porque me parece la mejor manera de que ayude a que pasen cosas que la institución no sabe que van a pasar.

En el artículo que publicaste hace unos días con José Enrique Ema hablabais de un punto medio entre autonomía y sostenibilidad. ¿Crees que realmente es posible llegar a ese punto medio, sobre todo en la situación en que está España ahora? Porque los que no somos sostenibles somos nosotros mismos.

Cuando nosotros hablamos de autonomía y sostenibilidad, hay dos conceptos: uno es la proliferación cultural, que tiene que ver con la autonomía, es decir, dejar que existan cosas. Y el de sostenibilidad tiene que ver con fortalecer las capas medias. Voy a poner un ejemplo con el cine que es muy ilustrativo y sirve para todo lo demás. Si tú tienes una industria del cine en la que se producen 100 películas al año, de las cuales no se estrenan 80, y hay dos que funcionan mucho, es una lógica insostenible. Porque si esas dos se te caen, no tienes nada. Lo que tienes que hacer es que esas 80 puedan circular. A eso me refiero con fortalecer las capas medias. Grandes cosas va a haber, pero que no dependa todo el tejido de que haya grandes cosas, sino que se den recursos para que pueda haber una franja intermedia que nunca va a ser súper boyante, pero que es sostenible.

Hay una compulsión en la sociedad española de que la cultura no se puede mantener con subvenciones. La agricultura, la banca, la industria del automóvil, las eléctricas sí pueden recibir subvenciones, pero la cultura no. Aparte de que un sistema de apoyo a la creación en estos números es el chocolate del loro, lo más curioso es que en realidad apenas ha habido nunca ayudas para la creación. Las ayudas en España son para las galerías, los editores, las ferias… Es decir, las subvenciones son para los empresarios, no para los creadores. Las administraciones públicas nunca han apoyado la creación directamente, sino a los empresarios que la explotan, en el buen y en el mal sentido de la palabra. ¿No debería cambiar esto?

Sí, tiene que haber ayudas a la creación. De hecho en el programa nosotros incluimos específicamente ayudas a la creación. Ahora bien, estoy de acuerdo en que todos los demás sectores reciben ayudas y por lo tanto la cultura está perfectamente legitimada para recibirlas. Entonces hay que preguntarse por qué hay una percepción social de que la cultura no tiene derecho y los automóviles sí. Yo creo que es porque la cultura tiene un cierto funcionamiento solipsista, es decir, los sectores piensan para sí mismos y eso es un problema. En ese sentido es fundamental reconectar el ámbito de la cultura con la ciudadanía, porque si existe esa percepción es por algo. Y luego claro que hay que pensar dónde va ese dinero y dónde van esas subvenciones, pero vuelvo a decir: no puedes tener un tejido que funcione con subvenciones, porque si se te van las subvenciones el tejido se te cae. Lo que tienes que intentar es que ese tejido pueda sostenerse. Y no estoy renunciando a las subvenciones.

Madrid ha sido una ciudad con una gran escena alternativa de arte. Desde hace 25 años ha habido un arte oficial - en las administraciones públicas, en las galerías, en los museos - y otro que hacíamos los madrileños en estos espacios, por medio de festivales, siempre en iniciativas muy precarias. Lo cierto es que las instituciones jamás ha estado interesadas por esta escena, ni siquiera la universidad. Unos de los puntos más cuestionables de Desacuerdos es cuando abordan Madrid y esta escena desaparece. ¿Has conocido personalmente alguno de estos espacios? ¿No es hora de que el gobierno de Madrid escuche también lo que se está haciendo desde otros ámbitos?

Estoy totalmente de acuerdo. Uno de mis puntos de partida ha sido siempre que desde la institución hay que ser capaz de recoger lo que existe y potenciarlo. Ser capaz de recoger tanto las experiencias concretas como los modos de organización. En esa línea de la proliferación. Recoger lo que existe e incorporarlo.

Está el ejemplo de los puntos de cultura brasileños. Que ha tenido sus problemas, pero parte de una lógica similar: ser capaz de identificar lo que ya existe y darle recursos para que pueda seguir existiendo. Se trata de identificar dónde están esas experiencias más alternativas y poder ofrecer recursos, conectarlas y visibilizarlas para que se conviertan en esa franja media de la que te hablaba. Pero yo he evolucionado, porque partiendo de eso, que lo sigo manteniendo, de repente te das cuenta de que no puedes basar una intervención sólo en recoger lo que exista, porque hay muchas cosas que no existen y que no están organizadas. A lo mejor te vas a un barrio como San Cristóbal de los Ángeles en Villaverde, y ahí no hay nada alternativo. Hay veces que tienes que generar infraestructuras para que haya.

Antes hemos hablado de la participación de la sociedad a través de un Consejo. El mundo del arte es particularmente inmanejable en este sentido, porque en Madrid hay como media docena de plataformas distintas y a veces enemigas entre ellas: la Asociación de Galerías, el Consejo de la Crítica, el llamado Instituto de Arte Contemporáneo, AVAM, MAV, y ahora al calor de las elecciones se van viendo movimientos, porque cuando llegan estos momentos es cuando la gente se acuerda de que hay que organizarse para poder ser interlocutor. Yo creo que a muchos nos preocupa que percibimos el Círculo de Cultura de Podemos Madrid como un grupo un tanto cerrado y elitista. ¿Cómo vais a articular este diálogo? No hay un mundo del arte, en realidad son muchos. ¿Tenéis la voluntad de iniciar diálogos con los diferentes sectores que se os acerquen?

Yo creo que ahí hay que hacer como si se viviera en una campaña permanente. Igual que para hacer el programa hemos tenido que contactar con muchísima gente de todos los sectores, y ahora estamos haciendo distintas mesas sectoriales para devolver el programa, esa lógica que tiene que ver con la campaña, debe existir permanentemente. De ahí la idea de un Consejo. Lo que para mí es complicado pensar es cómo se construye la representatividad de ese Consejo. Eso es lo complicado. La voluntad política de abrir espacios de diálogo, está. Ahora bien, cómo haces que esos espacios sean representativos. Si hay asociaciones, cada una está presente y allí se debate. Si no hay estructura asociativa, ¿haces como unas primarias? ¿Un censo y que la comunidad elija sus representantes? Yo creo que eso hay que pensarlo en las distintas reuniones que se tengan con los sectores.

La respuesta es: claro que existe esa voluntad. Yo no veo otra manera de hacer una política cultural si no es hablando con la gente que la protagoniza.

Otra cuestión, que le planteaba a Guillermo Zapata, es que muchos de vosotros sois al mismo tiempo candidatos y productores culturales. ¿Qué habéis pensado para solucionar el riesgo de que seáis al mismo tiempo juez y parte en la asignación de recursos?

En mi caso, yo estoy entregada a la causa de Podemos. En este momento de mi vida no tengo ningún otro interés cruzado. A mí siempre me ha interesado la política cultural y en ese sentido estoy en un espacio donde puedo pensarla. En mi caso yo no veo ninguna contradicción. Lo que veo es que voy a estar cuatro u ocho años de mi vida y luego no sé que voy a hacer.

¿Pero en general? Porque Guillermo lo que me contestó es que en Ganemos tienen un código ético que tienen que firmar para ser candidatos y así evitar el conflicto de intereses.

Bueno, en Podemos tenemos un código ético también.

Te lo digo porque uno de los grandes problemas que ha habido en España es el intervencionismo político de la forma más pedestre. Desde el alcalde que pone o quita directores de museos al director general que dice “se me ha ocurrido una idea genial, yo me apruebo el presupuesto, yo la desarrollo, y luego yo me audito a mí mismo.

Pero esto nos remite a lo que hemos hablado antes. Independientemente de que haya un código ético en Podemos o en Ahora Madrid, independientemente de que haya éticas individuales, hay propuestas políticas concretas para que eso no suceda. Hay un código de buenas prácticas, hay un Consejo de cultura, hay un Observatorio, es decir, hay mecanismos que lo que hacen es que la estructura administrativa no permita que esos comportamientos se den. 

Hay un fenómeno asombroso, que he detectado en el desarrollo de todos estos textos, y es que parece como si el arte madrileño hubiese implotado. Y eso produce una reacción en una gran parte de la sociedad que ha trasladado la creatividad a otras esferas, como vemos en los centros sociales autogestionados, los huertos urbanos, los proyectos colaborativos en plazas y solares… Y se da además con cierta actitud anti-arte que no he visto en otras sociedades, donde estos tejidos conviven y colaboran. Desde luego no es este el lugar para analizarlo, pero sí me gustaría saber, aunque resulte cansino, la postura de Podemos frente a lo que tradicionalmente se ha llamado artes visuales.

En el caso de las artes visuales, creo que hay que fortalecer las condiciones o posibilidades de existencia independientemente de la identidad de los sujetos que las generan. A mí me da igual si es un centro social, si es un colectivo de artistas o lo que sea. Es decir, no hay un proceso de identificación.

Pero lo cierto es que si ves las actividades de las sucesivas etapas de Laboratorio, donde había gente que provenía de Bellas Artes, o de Patio Maravillas, lo cierto es que las artes visuales han desaparecido. Quizás las artes visuales han quedado en un lugar muy incómodo en la sociedad española. Pero esto en realidad es un disparate, quizás por parte del mundo del arte, pero también la falta de la construcción de unas artes visuales desde estos otros ámbitos. No sé a que se debe, no sé si es falta de estímulo, desconocimiento, o si las artes visuales han llagado a provocar una repulsión tan fuerte que la gente no quiere ni verlas.

Una cosa que pasa es que las artes visuales no tienen un componente relacional. En principio. Entonces en ese sentido yo creo que sí se han quedado un poco desplazadas.

Pero esto es un problema muy local. Yo hace tiempo que no viajo por Europa, pero en México o Perú, donde hay fracturas sociales muy fuertes, esa fractura se refleja en las artes visuales. Es decir, hay un arte visual de raza blanca, dirigido a la clase alta, y hay unas artes visuales políticas, comprometidas, colaborativas, muy fuertes y con propuestas de calidad. Y aunque hace tiempo que no voy, en Berlín tienes centros como la NGBK, con más de 30 años y un programa excelente y sustentado por sus socios, pero además hay miles de pequeños espacios que están generados por artistas.

Entonces lo que me estás diciendo es que aquí eso no existe.

Es un tema que me preocupa. Porque creo que una administración pública, en este caso la Comunidad, tiene la obligación de recuperar, y digo recuperar porque todo el mundo de ha ido ya de Madrid, otras activaciones del arte al margen de ARCO y el Reina Sofía, que en realidad es lo único que opera en Madrid. Entre medias de ARCO y el Reina Sofía lo que hay es un inmenso vacío que a lo largo de 30 años se ha ido ahondando hasta que ha tocado fondo.

Me había despistado la referencia a los centros sociales.

Era sólo un ejemplo. No es que los centros sociales tengan nada malo. Hace 20 años yo organicé un festival de performances en Minuesa, pero no creo que unos años después hubiese podido montar una exposición en el Laboratorio. Pero por poner otro ejemplo, yo estuve en el seminario donde se creó la Fundación de los Comunes, y había posturas muy definidas anti-arte. Y estábamos en el Reina Sofía. Aquí hay algo que está fallando y es muy profundo. Yo creo que desde las administraciones públicas se tiene que analizar esto y tiene que dar una respuesta porque es una deficiencia que nos va a pasar factura.

Bueno, yo no sé si se pueden tomar como referencia a una totalidad esos ámbitos que se han auto-organizado como respuesta a unos vacíos. Por eso me despistaba, porque si nosotros lo que hacemos es incentivar esos espacios de creación, poner a disposición esos recursos y esas infraestructuras, se puede ir generando. Lo que si que pienso, y pienso en la gente en general, es que sí que hay una desafección hacia las artes visuales. No sé si es porque se trata de un lenguaje que ya no conecta, o porque efectivamente hay que intervenir para recuperar esa conexión.

La pregunta es esa, si os habéis planeado un análisis.

Todas estas políticas que incorporan criterios de generación de comunidad, de incidir en lo local, de retorno social en las artes visuales, en realidad lo que buscan en una forma de reconectar las artes visuales con la ciudadanía. Es una manera de hacerlo. Y choca con el discurso de la excelencia. También pienso que tenemos una radio y una televisión públicas en las que se pueden generar contenidos culturales para que lleguen a más gente… Pero la intervención directa es fundamental.

Cambiando de tema, hay varios debates que están abiertos en este momento, como la renovación pedagógica en el arte, yo creo que es uno de los que están más vivos, porque hay varios colectivos de profesores con propuestas muy potentes. También debería haber un debate sobre la gestión del arte en espacios públicos. Hay un debate sobre la equidad de género, de hecho hay una asociación de Mujeres en las Artes Visuales. Y en extremo, el término inclusión social ni siquiera ha existido en el vocabulario de políticas culturales del Partido Popular. ¿Tenéis ya políticas definidas en estas áreas? ¿Nos puedes dar un ejemplo?

En la cuestión de género tenemos dos medidas específicas, independientemente de que todo el programa general de Podemos está atravesado por esta lógica. Pero tenemos dos medidas específicas. Una tiene que ver con la visibilización de la mujer, básicamente se trataría de aplicar el artículo 26 de la Ley de Igualdad, es decir, que las programaciones sean equitativas. Y también estábamos pensando poner en marcha un comité que analice la imagen de la mujer que se produce en las actividades que se organizan desde las instituciones públicas. Cómo se construyen los estereotipos, qué estereotipos… Es un terreno delicado, porque el arte tiene esa capacidad de no conocer límites morales, y eso es lo interesante también.

Claro, uno podría acabar censurando a Annie Sprinkle.

Sí, no puedes meterte en eso. Es complicado, pero ese marco tiene que existir.

En lo que tiene que ver con espacio público, si que hay una lógica de que todas esas expresiones artísticas que se dan en la calle espontáneamente, que no estén penalizadas. Y también pensarlo en términos más amplios, el arte público, porque hay una cosa que tienen las artes visuales, y es que muchas veces las ves sin verlas a propósito. Si vas por la calle y ves unos colores o unos lenguajes, eso te afecta. Hay que pensar qué intervenciones urbanas se pueden producir, no el modelo rotonda, en esa lógica de ver el arte sin verlo.

En música sí tenemos un programa específico de volver a sacar la música a las calles. Todo lo que tiene que ver con la fiesta, la alegría, estar con la gente.

El último tema era la inclusión social a través de la cultura.

Eso se vincula con lo que estábamos hablando antes tanto respecto a las ayudas a la creación como de los programas que puedan tener los centros culturales, de conexión con los tejidos locales. Eso es lo que propicia la inclusión social. Ser capaz de recoger esa diversidad cultural en el espacio donde se desarrolla la actividad.

También hay otra cuestión específica, que es el fomento de las expresiones culturales de todas las comunidades de inmigrantes que hay en Madrid.

Yo he colaborado en México con el sistema de FAROS, un modelo de intervención cultural en territorios muy conflictivos y muy depauperados. ¿Habéis estudiado modelos concretos para involucrar a los colectivos vulnerables en procesos de inclusión social que tengan la cultura como base?

Más allá de una voluntad política genérica, no. Hemos hablado mil veces de los FAROS, es decir, como referente está. Lo que no hemos hecho es pensar cual sería el dispositivo.

Ya para acabar, uno de los problemas que enfrentamos en las artes visuales, es que aunque echemos la culpa del desastre del arte español a los sucesivos gobiernos, lo cierto es que el mundo del arte es en buena medida corresponsable de esta situación. Por tanto hay un problema incluso para poder elaborar diagnósticos, porque lo que he visto cuando he discutido esto con diferentes personas, es que se suele echar el balón fuera. No ha habido un proceso auto-crítico del arte español en ningún momento. ¿Cómo vais a elaborar un diagnóstico? ¿Tenéis algún plan?

Está la idea del Observatorio, cuya función es hacer esos estudios para poder ir midiendo cómo se dan las situaciones. Se intentará tener muy buenos profesionales que conozcan el sector, que puedan representar distintas miradas, porque también lo que pasa es que cuando sólo hay un relato sólo hay un diagnóstico. Hay que ser capaz de ver los distintos relatos para entender lo que pasa. Esa es precisamente la finalidad del Observatorio de la cultura, disponer de buenos diagnósticos para ir redirigiendo las políticas.

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